Aristóteles y Dante descubren los secretos del universo

El problema con mi vida era que se le había ocurrido a otra persona.

- ¿Crees que va a ser siempre así?
- ¿Qué?
- O sea, ¿cuándo comenzaremos a sentir como que el mundo nos pertenece?
Quería decirle que el mundo nunca nos pertenecería.
- No lo sé -respondí-. Mañana.

Pensé que podría ser genial ser aire.
Podría ser algo y nada a la vez. Podría ser necesario y también invisible. Todos me necesitarían y nadie sería capaz de verme.

Apuesto que a veces puedes encontrar todos los secretos del universo en la mano de alguien.

Si quiero escribirte, entonces te escribiré. Y si no me quieres escribir, no tienes que hacerlo. Tienes que ser quien eres. Y yo tengo que ser quien soy. Es la forma en que tiene que ser.

La soledad de un hombre era mucho más grande que la de un niño.

Le tomé de los hombros. Lo miré. Y él me miró.

—Dijiste que yo no le tenía miedo a nada. No es cierto. Tú. A eso le tengo miedo. Te tengo miedo a ti, Dante.

Quería decirles que nunca había tenido un amigo, nunca, no uno de verdad. Hasta Dante. Quería decirles que nunca super que existía gente como Dante en el mundo. [...] Quería decirles que él había cambiado mi vida y que nunca volvería a ser el mismo, jamás. [...] Quería decirles que era el primer se humano aparte de mi mamá que alguna vez me hiciera querer hablar de las cosas que me daban miedo. Quería decirles tantas cosas...

Una noche de verano me quedé dormido con la esperanza de que el mundo sería otro cuando despertara. En la mañana, cuando abrí los ojos, el mundo era el mismo.

Los poemas eran como las personas. A algunas personas las entendías inmediatamente. A algunas personas simplemente no las entendías... y nunca lo harías