La facultad que tenemos de manipularnos a nosotros mismos para que no se tambaleen lo más mínimo los cimientos de nuestras creencias es un fenómeno fascinante.
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La facultad que tenemos de manipularnos a nosotros mismos para que no se tambaleen lo más mínimo los cimientos de nuestras creencias es un fenómeno fascinante.
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Me salva la incapacidad que tienen los seres de dar crédito a todo aquello que hace añicos los marcos que compartimentan sus mezquinos hábitos mentales
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A ella no se le habría ocurrido espontáneamente que alguien pudiera tener necesidad de silencio. Que el silencio sirva para ir al interior de uno mismo, que sea necesario para aquellos a los que no nos interesa únicamente la vida exterior.
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El hombre no ha progresado mucho desde sus inicios: sigue pensando que no está aquí por casualidad y que unos dioses en su mayoría benévolos velan por su destino.
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Las catedrales siempre han despertado en mi ese sentimiento próximo al síncope que se experimenta ante la manifestación de lo que los hombres pueden construir para rendir homenaje a algo que no existe
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Privando al sujeto de las guías seguras que toda buena formación proporciona, le hace no obstante ofrenda de una libertad y una síntesis de pensamiento allí donde los discursos oficiales imponen barreras y proscriben la aventura.
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La lluvia, en verano barriendo el polvo inmóvil , crea en las almas de los seres una suerte de halito sin fin. Así, ciertas lluvias de verano, se anclan en nosotros como un nuevo corazón que late al unísono del otro.
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Las cosas hermosas debería ser de la gente hermosa.
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Cuando estoy angustiada , me recluyo en el refugio . No hace falta viajar, me basta ir a las esferas de mi memoria literaria. Pues ¿que distracción hay más noble, que compañía mas distraída , que contemplación más deliciosa que la de la literatura?
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Pero si se teme el mañana es porque no se sabe construir el presente, y cuando no se sabe construir el presente, uno se dice a sí mismo que podrá hacerlo mañana y entonces ya está perdido, porque el mañana siempre termina por convertirse en hoy.
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¿Cuál de los siguientes libros fue escrito por Gustave Flaubert?