𝗛𝗲 𝗱𝗲𝘀𝗰𝘂𝗯𝗶𝗲𝗿𝘁𝗼 𝗾𝘂𝗲 𝗵𝗮𝘆 𝗾𝘂𝗲 𝗱𝗲𝘀𝗮𝗳𝗶𝗮𝗿 𝗮𝗹 𝗺𝗶𝗲𝗱𝗼. 𝗘𝘀 𝘂𝗻𝗮 𝗯𝗲𝘀𝘁𝗶𝗮 𝗺𝘂𝘆 𝗽𝗼𝗱𝗲𝗿𝗼𝘀𝗮 𝘀𝗶 𝘀𝗲 𝗹𝗲 𝗼𝘁𝗼𝗿𝗴𝗮 𝗲𝗹 𝗰𝗼𝗻𝘁𝗿𝗼𝗹.
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𝗛𝗲 𝗱𝗲𝘀𝗰𝘂𝗯𝗶𝗲𝗿𝘁𝗼 𝗾𝘂𝗲 𝗵𝗮𝘆 𝗾𝘂𝗲 𝗱𝗲𝘀𝗮𝗳𝗶𝗮𝗿 𝗮𝗹 𝗺𝗶𝗲𝗱𝗼. 𝗘𝘀 𝘂𝗻𝗮 𝗯𝗲𝘀𝘁𝗶𝗮 𝗺𝘂𝘆 𝗽𝗼𝗱𝗲𝗿𝗼𝘀𝗮 𝘀𝗶 𝘀𝗲 𝗹𝗲 𝗼𝘁𝗼𝗿𝗴𝗮 𝗲𝗹 𝗰𝗼𝗻𝘁𝗿𝗼𝗹.
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Nunca había creído en el destino. Seguía sin creer en él. Eso echaría por tierra el libre albedrío, y era a través de la libertad como las personas se abrían camino por la vida y aprendían lo necesario. Pero, a veces, o eso parecía, había... algo, una especia de señal, que daba un empujoncito en una determinada dirección. Lo que cada cual decidía hacer con ese empujoncito era algo personal.
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A la gente, sobre todo a la que es muy religiosa, le gustaría que creyéramos que quererse a uno mismo está mal, que incluso es un pecado. Pero no lo es. Es el amor más básico y esencial. Si no te quieres a ti misma, es imposible que quieras a nadie más. No del todo y por completo.
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La vida era un poco como andar sobre una delgada cuerda deshilachada que se balanceaba sobre un profundo abismo con piedras afiladas y animales salvajes en el fondo. Era así de peligrosa... y de emocionante.
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Odiar no es fácil -respondió- cuando se ha vivido lo suficiente como para saber que todo el mundo se ha enfrentado a un camino difícil de recorrer en la vida y que no siempre se toman las decisiones más sensatas o admirables. Hay pocos villanos de nacimiento, tal vez ninguno. Aunque hay algunos que están muy cerca de serlo.
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La culpa siempre formará parte de usted. Pero compartirla, permitir que las personas la quieran de todas formas, le hará mucho bien. Los secretos deben tener una válvula de escape para que no se enconen y se conviertan en una carga insoportable.
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Tal vez la vida fuera una prueba para saber hasta qué punto se era capaz de lidiar con los demonios particulares, y cuánta comprensión se les mostraba a los demás mientras recorrían su camino por la vida.
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Los sueños de juventud son algo muy valioso. No deberían tacharse de tonto o irreales solo porque son sueños de juventud. La inocencia no debería destruirse a manos de la certeza cruel de que es mejor poseer cierto cinismo.
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Sentirse culpable cuando uno ha hecho algo mal -repuso- es natural e incluso deseable. Tal vez se pueda decir o hacer algo para enmendar el error. Sentirse culpable cuando no ha habido una mala acción evidente es muchísimo más ponzoñoso.
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Una experiencia dolorosa siempre iba seguida de una debilidad, de una vulnerabilidad allí donde antes todo era perfecto. Desaparecían la fuerza... y la inocencia.
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Gregorio Samsa es un ...