La proposición

Estaba insultando a todo su sexo, pero halagándola a ella. ¿Se suponía que tenía que desmayarse de gratitud?

¿Soledad? ¿Cuánto hacía que la esperaba, allí agazapada, a la espera de asaltarla? ¿Tan vacía era en realidad su vida como le parecía en ese momento de aterradora claridad? ¿Tan vacía como esa playa tan vasta y yerma?

La vida era demasiado corta como para desaprovecharla por culpa de la melancolía. Siempre había muchos motivos por los que alegrarse.

Las personas entienden el lenguaje del corazón aunque la cabeza no siempre lo haga.

Su Excelencia era una de las seis personas a las que más quería en el mundo, aunque tal vez fuera una admisión extraña, habida de cuenta de que cinco de dichas personas eran hombres. Pues serían las seis personas en las que más confiaba en el mundo, si bien "confiar" era un palabra demasiado impersonal, no había nada de impersonal en lo que sentía por sus amigos.