No deseaba hacerse rico a costa de tantos sacrificios. Le quedaba la vida por delante para enriquecerse si podía, para aburrirse y esperar la muerte
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No deseaba hacerse rico a costa de tantos sacrificios. Le quedaba la vida por delante para enriquecerse si podía, para aburrirse y esperar la muerte
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Debía contenerse para no entrar en abierta desobediencia con las instrucciones de sus superiores eclesiásticos, sacudidos por vientos de modernismo, que se oponían al cilicio y a la flagelación. Él era partidario de vencer las debilidades del alma con una buena azotaina de la carne.
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Tal vez temía que ese grandioso amor, que había resistido tantas pruebas, no pudiera sobrevirar a la más terrible de todas: la convivencia.
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La tierra es lo único que queda cuando todo lo demás se acaba.
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Tío Jaime opinaba que la gente no lee lo que no le interesa, y si le interesa es que ya tiene madurez para hacerlo.
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¿No ves que yo tengo el alma vieja y tú todavía eres un niño?
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Tenía la idea de que, al poner nombre a los problemas, estos se materializan y ya no es posible ignorarlos; en cambio, si se mantienen en el limbo de las palabras no dichas, pueden desaparecer solos, con el transcurso del tiempo.
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La magia, como la religión y la cocina, era un asunto propiamente femenino.
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Necesitan a un hombre para sentirse seguras y no se dan cuenta que lo único que hay que temer es a los mismos hombres.
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Clara habitaba un universo inventado para ella, protegida de las inclemencias de la vida, donde se confundían la verdad prosaica de las cosas materiales con la verdad tumultuosa de los sueños, donde no siempre funcionaban las leyes de la física o la lógica.
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Primera novela de la autora, fue publicada en el año: