Tenía la ternura torpe de quien nunca ha sido amado y debe improvisar.
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Tenía la ternura torpe de quien nunca ha sido amado y debe improvisar.
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Tal vez temía que ese grandioso amor, que había resistido tantas pruebas, no pudiera sobrevivir a la más terrible de todas: la convivencia.
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Igual que en el momento de venir al mundo, al morir tenemos miedo a lo desconocido. Pero el miedo es algo interior que no tiene que ver con la realidad. Morir es como nacer: solo un cambio
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La tierra es lo único que queda cuando lo demás se acaba
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Se mira interesante
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Él escribía canciones revolucionarias para los trabajadores, los estudiantes y, sobre todo, la alta burguesía, que las había adoptado como moda
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Alba creció con la idea de que la normalidad era un don divino
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Esto sirve para tranquilizarnos la conciencia, hija —explicaba a Blanca—. Pero no ayuda a los pobres. No necesitan caridad, sino justicia
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La despreocupada e impúdica sensualidad de Clara tampoco le bastaba. Deseaba mucho más que su cuerpo, quería apoderarse de esa materia imprecisa y luminosa que había en su interior y que se le escapaba aun en los momentos en que ella parecía agonizar de placer
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Clara podía percibir el absurdo de la situación y describía en sus cuadernos el contraste entre su madre y sus amigas, con abrigos de piel y botas de gamuza, hablando de opresión, de igualdad y de derechos, a un grupo triste y resignado de trabajadoras, con sus toscos delantales de dril y las manos rojas por los sabañones. De la fábrica, las sufragistas se iban a la confitería de la Plaza de Armas a tomar té con pastelitos y comentar los progresos de la campaña, sin que esta distracción frívola las apartara ni un ápice de sus inflamados ideales.
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Primera novela de la autora, fue publicada en el año: