Todo se desmorona

Creo que una gran parte de gente estaría de acuerdo en que cuando dejas este libro, especialmente dado el final, te quedas con esta sensación de pérdida. Una sociedad, una cultura, una historia, un idioma y unas costumbres las cuales el lector ve que comienzan a desaparecer a medida que las cosas se desmoronan. Es inquietante, y para mí en este momento eclipsa otros temas del libro. Porque claro, puedes hablar sobre Okonkwo, y cómo su ambición para llegar a ser uno de los líderes de su clan, ser valiente, tener título, poder lograrlos todos e intentar ser el polo opuesto de su padre, ahuyentó a su hijo Nwoye y causó su propia caída. Se puede hablar de la estricta rigidez
y jerarquía de los clanes, en términos de cómo se trataba a las mujeres, cómo se trataba a los hombres, las costumbres en torno a la agricultura y la siembra y las disputas. El protagonista principal no es precisamente el más simpático: es misógino, violento y representa un tipo de masculinidad que muchos encontrarán opresivo. Pero todavía sentí empatía con su difícil situación y la situación de su pueblo, una vez que el Hombre Blanco entró en escena. Él es la forma en que es moldeado por su cultura y circunstancias. No, no tiene que agradarte, e incluso es posible que algunos ni siquiera sientan empatía por él. Ese no es el punto. Achebe no se guarda nada, demostrando que incluso los más fuertes tienen que doblegarse (o en este caso, romperse) debido al imperialismo.

Lo que se me queda grabado es ese sentimiento general de pérdida, que algo ha cambiado de manera irreparable y, por lo tanto, no hay vuelta atrás a recuperar lo perdido.

Todo se derrumba, todo se desmorona y las cosas caen aparte.
No es un título, son tres realidades que se suceden cuando la intolerancia revestida de civilización roza las costumbres ancestrales para imponer una verdad que solo existe en el criterio de sus seguidores, aún por sobre verdades que son inmanentes, o al menos tan antiguas que crean estilos de vida que solo son discordantes para quienes no toleran la diferencias .
¿ Como llamamos a eso...? . ¿ Civilización, cultura. Catequización .? ¿ Y porqué no colonización forzada ¿ Y porqué no esclavitud, ? . O simplemente desprecio por lo diferente.
Cuantos cauríes vale la vida de un hombre, y cuantos la existencia de toda una forma de vida.
¿ Quién es más salvaje, el que vive de acuerdo a sus reglas, o el que no acepta que existan otras ?
Chinua Achebe narra una historia costumbrista llena de eso que ha permitido que las civilizaciones florezcan, creencias, actitudes, acciones, reacciones, estilos de vida que son concordantes con el entorno, que permiten la convivencia, el crecimiento, la solidaridad y priman el respeto ; a deidades, ancestros, mayores, reglas establecidas, no necesariamente escritas , tradiciones, clanes, familias, madres hijos, a la tierra misma como fuente de vida y sustento.
Relata la vida de Okonkwo, que esta plagada de lo mismo que existe en la vida de cualquier otro. Amor, pasión, orgullo, vanidad, ira, egoísmo, apegos, tristezas, dolor, infortunios, triunfos , derrotas. . ¿ En que difiere ? . Solo en pertenecer al clan Ibo y a la aldea Umuofia .
Y en el infortunio, de estar en el lugar equivocado, en el momento erróneo. La llegada de los misioneros presbiterianos a la zona Ibo..
Una novela que me ha mantenido pegado a sus páginas con un sentimiento de solidaridad y confianza con lo más noble de la raza humana. Su compasión y fortaleza.
Y ha doblegado las mías en el cierre de la misma.
Me ha parecido particularmente atractiva la separación en versículos...revancha , ironía o burla..
“ Cuando una rana salta de día, es porque algo pretende matarla . “

El relato tiene un claro carácter documental. Un narrador aséptico, aunque con licencia para poetizar, nos detalla la vida tribal en el África occidental de finales del siglo XIX utilizando como elemento “novelizador” la vida de Okonkwo, gran guerrero y hombre prominente de la tribu que asiste al desmoronamiento de su vida en el contexto del total y brutal desmoronamiento del mundo en el que vive.

Lo primero y lo que más llama la atención es la forma cruda en la que la novela rompe con esa visión un tanto paternalista del buen salvaje viviendo en el paraíso, todo concordia y felicidad. La sociedad que describe Achebe no tiene nada de salvaje y sí muchas razones para su reprobación. Fuertemente jeraraquizada, la sociedad estaba sujeta a estrictos ritos y tradiciones basados en un sinfín de supersticiones y costumbres ancestrales que muchas veces eran de dudosa eficacia y con frecuencia claramente censurables. Hasta el más respetuoso con la diferenciación cultural no puede sino llevarse las manos a la cabeza ante costumbres como la de sacrificar a los nacimientos gemelares o que ciertos delitos sean compensados con la entrega de familiares, generalmente jóvenes, al miembro damnificado de la tribu, y que a veces acababan siendo sacrificados en beneficio de la comunidad de acogida, o el estado de esclavitud en el que vivían las mujeres o el trascendental papel que jugaban sacerdotes, sacerdotisas, hechiceros o adivinadores en la observancia de las estrictas normas de cumplimiento establecidas casi para cada acto por cotidiano que este sea.

Tampoco reinaba la fraternidad en las relaciones intertribales, no siendo raras las guerras en las que los mejores guerreros se vanagloriaban de las cabezas cortadas que llevaban a sus casas como trofeos y que llegaban a ser utilizadas como recipientes para sus bebidas. Y aun así, las tribus llevaban siglos manteniendo una armonía social solo alterada por algunos pocos individuos incapaces de atenerse a las normas o de prosperar en ellas. Estos miembros marginales fueron los débiles eslabones de la cadena que misioneros y colonizadores rompieron mediante su evangelización iniciando así el desmoronamiento social de sus tribus.

Aunque no pueda decir que la novela me haya seducido literariamente hablando, es indudable que es una narración muy interesante por su contenido. Más allá de todo lo dicho sobre el choque cultural quiero terminar haciendo mención de esos pequeños y espléndidos cuentos que el autor va intercalando en la historia a modo de fábulas morales que eran transmitidos oralmente de padres a hijos.

Es una novela escrita por el autor nigeriano Chinua Achebe y publicada en 1958. La historia gira en torno de Okonkwo, un famoso guerrero igbo, el mejor de Umuofia, muy poderoso en su tribu. Acompañaremos a este personaje a lo largo de su vida y veremos que hará todo lo que esté a alcance para mantener y aumentar su posición y prestigio, pero los dioses no están de acuerdo con sus planes.
La obra relata las costumbres y tradiciones del pueblo igbo. Así es como descubrimos sus costumbres, sus creencias y su organización patriarcal. Aprendemos sobre su religión, sus cosechas, los casamientos, los funerales, el trabajo, las comidas, la composición de las familias, la relación padres e hijos. Conocemos los relatos que pasan de generación en generación y sus refranes. Este es justamente uno de los aspectos que más me gustó de la obra.
En la última parte de la novela, se reconstruye la historia del inicio del colonialismo mostrando el choque cultural que ocasiona. Con la llegada del hombre blanco, la sociedad y la cultura de la aldea van destruyéndose poco a poco.
Rescato los matices con los que se narra la historia, de ambos lados hay luces y sombras. No todo es blanco o negro, bueno o malo. Como dice Uchendu: “El mundo no tiene fin y lo que es bueno en un pueblo es abominable en otros.”
Me quedo pensando.

Se trata del primer libro de la "trilogía africana" de Achebe. En él conocemos la vida de Okonkwo, afamado guerrero del clan de los Igbo durante la Nigeria precolonial.

A través del protagonista, conocemos los usos y costumbres de la tribu, fuertemente marcados por la superstición y la religión. Debido a un accidente, y siguiendo las normas de su clan, Okonkwo deberá exiliarse siete años y cuando regresa se encuentra con una nueva realidad: el hombre blanco se ha asentado en su poblado; ha construido iglesias, escuelas y hasta ha logrado que algunos de sus habitantes abracen la nueva religión. El mundo de Okonkwo, África, se desmorona.

Achebe desmitifica la figura del misionero, que, en su papel de "salvador", aniquiló costumbres y creencias ancestrales de los pueblos africanos.
Por otro lado, también nos describe maneras de hacer del pueblo nigeriano que no eran precisamente ejemplares, sobre todo en lo que a mujeres se refiere.

Me ha gustado especialmente la primera parte del libro, donde conocemos el día a día de la tribu: tradiciones orales, fiestas agrícolas, ceremonias de compromiso, oráculos, supersticiones,...

En definitiva, "Todo se desmorona" es un libro que recomiendo a todo el mundo tanto por la relevancia del momento histórico que narra como por la calidad literaria del autor.