El chal andaluz

Relatos nacidos de ensoñaciones, recuerdos y lo que parecen realidades alteradas y moldeadas por Elsa para llegar hasta nuestra atención lectora.

Confieso que me ha costado entrar en algunos relatos, pero la calidad y la buena pluma de la autora son innegables.

Para ser relatos, Elsa construye narraciones sólidas, donde dedica tiempo a las descripciones para envolvernos en una atmósfera única en cada historia.

También construye personajes con personalidades férreas en muchos casos, y muchos de ellos arrastran algo así como su propia penitencia, dando lugar a una ficción a veces un poco oscura, extraña, fantástica, no sé si incluso decir que “gótica”. Esa ha sido mi sensación con algunos relatos. Y es que, sinceramente, no es un libro “feliz” o que contenga esperanza o luz en sus hojas. Podríamos decir que revela al ser humano más desamparado, con temores o, como dice la contraportada, “un lugar privilegiado para poder mirar en el espejo más oscuro de nuestro ser”.

Mis relatos favoritos: la abuela, el soldado siciliano, el primo Venanzio.

¿Habíais leído antes a Elsa y podríais recomendarme otro de sus libros para conocerla más? Tengo la duda de si este libro ha sido o no la mejor elección para conocer a Elsa de primeras. Ojalá me digáis.

Es la segunda oportunidad que le doy a esta autora, ya leí Mentira y Sortilegio y se me hizo eterno, pero quería darle otra oportunidad, entre otras cosas porque es la escritora referente de Elena Ferrante, la considera su maestra, aunque yo vea poco o nada de su escritura en ella.

Empezando porque no soy muy aficionada al género de relatos y siguiendo por el estilo de algunos de ellos que son bastante oníricos y surrealistas, de lo que tampoco soy muy entusiasta, la autora lo tenía difícil conmigo.

Aun así destaco de los 12 cuentos que componen la antología “La abuela”, “El primo Venanzio”, “Un hombre sin carácter”, “El soldado siciliano” y “Doña Amalia”.

Algunos cuentos son inconexos, sin sentido para mí, otros los encuentro insulsos, encogiéndome de hombros cuando los acabo y preguntándome ¿y qué?

En cuanto a la prosa, es descarnada, desprovista de emoción, cruel en ocasiones, me genera desasosiego e impotencia en muchos casos, quizá su maestría sea esa, despertar ese tipo de sentimientos.

En cuanto a sus personajes más de lo mismo, no me emocionan, no me compadezco por ellos, ni sufro con ellos, en resumen, no me causa placer ni paz leer a Elsa Morante.

Elsa Morante es una de las escritoras italianas de referencia. Siempre entre lo real y lo fantástico, el engaño y el desencanto, su prosa es muy, muy especial. Puede que no todo el mundo esté de acuerdo conmigo en esa afirmación; sus descripciones son meticulosas –a veces, quizás, demasiado extensas– pero es única a la hora de crear personajes cálidos afectados por miedos o grandes pasiones que no logran dominar y que les lleva a sucumbir ante el abismo.

Aunque sólo nos dejó cuatro novelas (dos de ellas, “Araceli” y “La isla de Arturo” podéis encontrar reseñadas en mi cuenta), también podemos disfrutar de su escritura a través de los múltiples relatos que comenzó a publicar desde 1935 y que se recogen en “El chal andaluz”. La primera colección –ya con los doce relatos– fue publicada en 1963 y gracias a @lumenedit podéis disfrutar de una edición cuyo prólogo de #FlaviaCartoni nos acerca a la biografía de la autora: una infancia de engaños, una difícil y ajetreada vida amorosa y sus últimos días de enfermedad y sufrimiento.

Podríamos decir de los relatos de #ElsaMorante que son casi como cuentos de hadas “negros” con un final casi incierto, muchas veces sugerido, y donde el punto de vista y el protagonismo recae en niños y adolescentes, como en “El ladrón de luces”. Encontramos también mucha melancolía, y una pizca de locura, en “La abuela”, o una atmósfera onírica en “La via dell'Angelo”, con un huérfano como protagonista. Pero mi favorito ha sido el que da nombre al libro (#ElChalAndaluz) y trata uno de los temas clave de Morante, la maternidad, muy cercano también al protagonista de “La isla de Arturo”, con un niño que mitifica a su madre y la terrible decepción posterior que le genera el paso de la niñez a la adolescencia.
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