Terrible relato en donde Maxim Gorki rememora su agitada infancia. Antes de ser el autor que era, fue Alexei, un niño que, tras la muerte del padre, debe ir a vivir a la casa de los abuelos maternos. Después de eso, los hechos que se cuentan son asfixiantes, tanto para el niño como para el lector. Es bastante difícil mantener la sangre fría cuando una tiene que aguantar a los hombres golpeadores y gritones, las mujeres sumisas (la filosofía de vida de la abuela es sencillamente inaguantable), los castigos físicos que el abuelo les infringía a sus nietos, la pobreza y la muerte de personajes que traen un poco de aire cuando más se los necesita. La narración es correcta y simple, pero me pareció demasiado perfecta. En algunos casos, me hizo acordar a Balzac y el problema de los escritores que no pueden resistirse a una explicación. Incluso Gorki llega a contar por qué escribió lo que escribió (supuestamente, para mostrar el costado incivilizado de los rusos y proponer una solución). Era innecesario. Alexei es un chico curioso y admirable que siempre está incómodo entre la familia (de hecho, él nunca se siente parte de ella) y en muchas ocasiones permanece escondido para oficiar como observador. Precisamente, eso le sirve para enterarse de ciertas verdades que no se le dicen por considerarlo demasiado joven... si es que se puede llamar "joven" a alguien que, en lugar de estar jugando con sus amigos, debe sobrevivir en un ambiente extraño y brutal. + Leer más |