Un millón de gotas de Víctor del Árbol Romero
La voluntad de los mártires no es morir en la hoguera, sino confiarse al milagro de una epifanía, ser salvados por obra divina en el último instante. Pero todos morían abrasados, gritando de dolor, cagándose encima. Solo el tiempo enterraba su flaqueza y los convertía en falso ejemplo. A pocos hombres había visto afrontar el sacrificio con serenidad, y aun estos murieron con un destello de duda en sus pupilas dilatadas.
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