Una educación de Tara Westover
Empiezo a razonar conmigo misma, a dudar de que me expresara con claridad: ¿qué susurré y qué dije a gritos? Concluyo que si le hubiera suplicado de otra manera, que si hubiera mantenido la calma, él habría parado. Lo escribo hasta que me convenzo de que así es, lo que no me cuesta mucho porque deseo creerlo. Me conforta pensar que el defecto es mío, porque significa que depende de mí.
|