Una educación de Tara Westover
Aguardé en silencio, paralizada no solo por el pánico sino también por la compasión. En ese momento le odié y quise decírselo a gritos en la cara. Imaginé cómo se vendría abajo, aplastado por el peso de mis palabras y del desprecio que sentía por sí mismo. Incluso entonces era consciente de la verdad: que Shawn se odiaba a sí mismo más de lo que yo podría odiarlo jamás.
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