Una educación de Tara Westover
"Hay un mundo ahí fuera, Tara. Y lo verás de un modo muy diferente en cuánto papá deje de susurrarte al oído su punto de vista sobre él"
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Una educación de Tara Westover
"Hay un mundo ahí fuera, Tara. Y lo verás de un modo muy diferente en cuánto papá deje de susurrarte al oído su punto de vista sobre él"
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Una educación de Tara Westover
No saber a ciencia cierta y la negativa a ceder ante quienes afirman la certidumbre era un privilegio que jamás me había permitido. Mi vida la narraban otras personas. Sus voces eran persuasivas, enfáticas, categorícas. No se me había ocurrido pensar que la mía podía ser igual de fuerte que las suyas.
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Una educación de Tara Westover
Empezaba a comprender que habíamos prestado nuestra voz a un discurso cuyo único objetivo era deshumanizar y dar un trato brutal a otras personas, porque alimentar ese discurso era más fácil, porque retener el poder siempre parece la opción ganadora.
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Una educación de Tara Westover
Hice el numerito de la mujer atolondrada. A los hombres les gusta creer que salvan a las descerebradas que se meten en líos ellas solitas.
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Una educación de Tara Westover
Había buscado un consejo moral, alguien que conciliara mi vocación como esposa y madre con la llamada que me llegaba de otro lugar. Y el profesor había dejado esa cuestión a un lado. Al parecer me había dicho: “Primero descubre qué eres capaz y luego decide quién eres”.
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Una educación de Tara Westover
Mi vida fue narrada para mí por otros. Sus voces eran contundentes, enfáticas, absolutas. Nunca se me había ocurrido que mi voz pudiera ser tan fuerte como la de ellos.
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Una educació de Tara Westover
Dijo que me quería pero que aquello le superaba. No me podía salvar. Sólo yo podía.
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Una educación de Tara Westover
Toleraba cualquier forma de crueldad mejor que la amabilidad. Los elogios eran un veneno para mí; se me atragantaban. Quería que el profesor me chillara, lo deseaba hasta tal punto que me sentí mareada por la falta de gritos. Era preciso manifestar la fealdad que había en mí. Si no se expresaba en la voz del profesor, tendría que expresarla en la mía.
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Una educación de Tara Westover
Aguanto este viento porque no intento agunñantarlo. el viento solo es viento. soportamos estas ráfagas en el suelo, de modo que también podemos soportar las en lo alto. No hay diferencia. Salvoblo que establece la mente.
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Una educación de Tara Westover
... lo que una persona conoce sobre el pasado se limita, y siempre se limitará, a lo que otros le cuentan.
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Una educación de Tara Westover
Casi me pregunté si debía volver al cuarto de baño, atravesar el espejo y enviar a la otra chica, la de dieciséis años. Ella sí sabría lidiar con la situación, pensé. A diferencia de mí, no tendría miedo. A diferencia de mí, nada le haría daño. Ella era un pedazo de piedra, sin sensibilidad carnal. Aún no me daba cuenta de que precisamente ser sensible —el haber llevado durante unos años una vida que permitía la sensibilidad— sería lo que, a la postre, me salvaría.
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Una educación de Tara Westover
Jamás olvidaré esa imagen de mi padre: la expresión de su rostro, que reflejaba amor, miedo y sentimiento de pérdida.
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Una educación de Tara Westover
Por eso había llegado a respetar el dolor, a reverenciarlo incluso, como algo necesario e inatacable.
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Una educación de Tara Westover
Seguí estudiando a diario hasta las dos o las tres de la madrugada, convencida de que debía pagar ese precio para conseguir el apoyo de Dios.
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Una educación de Tara Westover
Colgué, dudando de lo que acababa de oír. Sabía que eso no duraría, que la siguiente vez que habláramos todo sería distinto: la ternura de ese momento se habría olvidado y la lucha incesante entre los dos volvería al primer plano. En cualquier caso, aquella noche quiso ayudarme. Y eso ya era algo.
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Una educación de Tara Westover
No obstante, viendo cómo fijaba la vista, sin mirarme directamente en ningún momento, tuve la sensación de que la carretera se había bifurcado y él había tomado una dirección y yo, la otra. Después de aquel episodio no se planteó la cuestión de si me iría o me quedaría. Era como si viviéramos en el futuro y ya me hubiera marchado.
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Una educación de Tara Westover
Observé su rostro, las vendas que le cubrían la frente y las orejas, y me desprendí de mi amargura. Entonces comprendí por qué no había acudido antes. Había temido lo que sentiría; había temido llegar a alegrarme si se moría.
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Gregorio Samsa es un ...