Una educación de Tara Westover
Toleraba cualquier forma de crueldad mejor que la amabilidad. Los elogios eran un veneno para mí; se me atragantaban. Quería que el profesor me chillara, lo deseaba hasta tal punto que me sentí mareada por la falta de gritos. Era preciso manifestar la fealdad que había en mí. Si no se expresaba en la voz del profesor, tendría que expresarla en la mía.
|