La estructura de una novela es el anclaje, no suelo fijarme mucho en este detalle, soy más de perfiles, coherencias en la trama y reflexiones propuestas o encontradas, pero aquí quiero hacer una mención, porque junto con los giros de la obra, son para mí los dos puntos fuertes.
De un hecho que dejó mella en mi memoria se abre dos hilos con diferentes personajes que se van solapando, lo que ofrece no solo una imagen clara de la historia, sino que da consistencia a la trama y cohesionan perfectamente. Lo que hace que la lectura sea fluida y aunque la historia es sencilla, no carece de sus intríngulis y reflexiones personales.
El caso de las niñas de Alcácer, Miriam, Toñi y Desirée, es el incidente que echa a rodar la historia. Antonio Anglés vuelve a ser protagonista en un futuro hipotético, junto con el equipo de la Policía Nacional que lleva el caso de su detención y con estos elementos cada lector tendrá una lectura, os lo aseguro, porque hay matices para todos los gustos.
Los giros. Ya cuando leí Talión, hace tanto que ni recuerdo, este detalle junto con la escenografía de los fragmentos violentos, eran el punto fuerte de Santiago Díaz. Los giros argumentales, los pone aquí y allá, lo que hace que la novela tenga atrapada al lector. Son giros que producen emociones diferentes, el de Lucía Navarro, que me dejó pillada, aunque lo pensé y lo dije en alto, me dejó plancha, «¡Lo ha hecho, pero lo ha hecho!», me dije asombrada releyendo esa frase hasta tres ves, luego me sonreí, aparqué el libro y mandé un WhatsApp a Santiago. Y en este preciso momento, Lucía Navarro, tiene toda mi atención, y no me defrauda ni un poquito.
Pero ¿con que me quedo de la novela yo qué soy de reflexionar y analizar? Con, prescriben los delitos de sangre. Sale barato asesinar a sangre fía a tres niñas, no hablo de un tiro en la sien y punto, hablo de torturarlas durante horas. Leo como debe ser la ley, «debe tener derecho e igualdad, y debe ser honesta, digna y provechosa y necesaria», evito hacer comentarios al respecto. Hay excepciones, no prescribirán en ningún caso, los delitos de humanidad y de genocidio, los delitos contra las personas y bienes protegidos en caso de conflicto armado y los delitos de terrorismo si han causado la muerte de una persona.
Y otro punto que llama mi atención, la ética profesional, denunciar al compañero, y aquí Santiago Díaz nos expone dos casos, el policía que coloca pruebas falsas para atrapar a un criminal y el que se enfrenta a un suceso inesperado que le obliga a tomar decisiones que de otro modo no hubiese tomado siguiendo con su carrera intachable, lo que hace que marque el rumbo de su vida, lo que muchos conocemos como causa-efecto. Toda acción provoca una reacción, una consecuencia o un resultado. Todo efecto está causado por una acción previa. ¿Recordáis Maléfica?
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