La invención de la soledad de Paul Auster
La memoria como una habitación, un cuerpo, un cráneo; un cráneo que encierra la habitación donde se encuentra el cuerpo.
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La invención de la soledad de Paul Auster
La memoria como una habitación, un cuerpo, un cráneo; un cráneo que encierra la habitación donde se encuentra el cuerpo.
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La invención de la soledad de Paul Auster
[...], descubrió que sus pasos, al no llevarlo a ninguna parte, lo conducían hacia el interior de sí mismo. Estaba haciendo un viaje interior, y se encontraba perdido, pero lejos de preocuparlo, esta idea se convirtió en fuente de felicidad y alborozo. Trató de imbuirse por entero de esta idea, como si tras acercarse a un conocimiento previamente secreto, pudiera llegarle hasta lo más profundo del alma; y entonces se dijo a sí mismo, con un tono casi triunfante: Estoy perdido.
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La invención de la soledad de Paul Auster
Memoria: el espacio en que una cosa ocurre por segunda vez.
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La invención de la soledad de Paul Auster
La memoria como un lugar, como un edificio, como una serie de columnas, cornisas, pórticos. El cuerpo dentro de la mente, como si nos moviéramos allí dentro, caminando de un sitio a otro, y el sonido de nuestras pisadas mientras caminamos de un sitio a otro.
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La invención de la soledad de Paul Auster
Estas cuatro paredes solo sostienen los signos de su propia inquietud, y para encontrar algo de paz en este escenario, debe ahondar más y más profundamente en sí mismo. Pero cuanto más cava, menos terreno hay para cavar. Esto resulta indiscutible; tarde o temprano, se habrá consumido por completo.
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La invención de la soledad de Paul Auster
Comenzar con la muerte, desandar el camino hasta la vida y luego, por fin, regresar a la muerte. En otras palabras: la vanidad de intentar decir algo sobre alguien. |
La invención de la soledad de Paul Auster
Ha habido una herida y ahora me doy cuenta de que es muy profunda. Y el acto de escribir, en lugar de cicatrizarla como yo creía que haría, ha mantenido esta herida abierta. En ocasiones he sentido su dolor concentrado en mi mano derecha, como si sufriera un desgarramiento cada vez que levanto la pluma y la presiono contra el papel. En lugar de enterrar a mi padre, estas palabras lo han mantenido vivo, tal vez mucho más que antes. No solo lo veo como fue, sino como es, como será; y todos los días está aquí, invadiendo mis pensamientos, metiéndose en mí a hurtadillas y de improviso.
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La invención de la soledad de Paul Auster
Como a cualquier otra cosa en su vida, él solo me veía a través de la bruma de su soledad, a una gran distancia de sí mismo. Creo que para él el mundo era un lugar lejano, un lugar al que nunca logró penetrar de verdad; y allí, a la distancia, entre las sombras que aleteaban a su alrededor, yo nací, me convertí en su hijo y crecí, como una sombra más que aparecía y desaparecía en el oscuro ámbito de su conciencia.
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La invención de la soledad de Paul Auster
Solitario, pero no en el sentido de estar solo. No solitario como Thoreau, por ejemplo, que se exiliaba en sí mismo para descubrir quién era; ni solitario como Jonás, que rogaba por su salvación en el vientre de la ballena. Soledad como forma de retirada, para no tener que enfrentarse a sí mismo, para que nadie más lo descubriera.
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La invención de la soledad de Paul Auster
La muerte despoja al hombre de su alma. En vida, un hombre y su cuerpo son sinónimos; en la muerte, una cosa es el hombre y otra su cuerpo.
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La invención de la soledad de Paul Auster
No parecía un hombre que ocupaba un espacio, sino más bien un bloque impenetrable de espacio en forma de hombre.
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La invención de la soledad de Paul Auster
Podemos aceptar con resignación la muerte que sobreviene después de una larga enfermedad, e incluso la accidental podemos achacarla al destino; pero cuando un hombre muere sin causa aparente, cuando un hombre muere simplemente porque es un hombre, nos acerca tanto a la frontera invisible entre la vida y la muerte que no sabemos de qué lado nos encontramos. La vida se convierte en muerte, y es como si la muerte hubiese sido dueña de la vida durante toda su existencia. Muerte sin previo aviso, o sea, la vida que se detiene. Y puede detenerse en cualquier momento.
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El país de las últimas cosas de Paul Auster
Ya ves cómo son las cosas en este país, todo desaparece, los vivos igual que los muertos.
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El país de las últimas cosas de Paul Auster
Así son las cosas en la ciudad, cada vez que crees saber la respuesta a una pregunta, descubres que la pregunta no tiene sentido.
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El país de las últimas cosas de Paul Auster
A veces pienso que la muerte es lo único que logra conmovernos, constituye nuestra forma de creación artística, nuestro único medio de expresión.
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Mr. Vértigo de Paul Auster
Tenemos la obligación de recordar a los muertos. Esa es la ley fundamental. Si no los recordásemos, perderíamos el derecho a llamarnos humanos.
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Leviatán de Paul Auster
Existimos en el presente sólo en la medida en que ponemos nuestra fe en el futuro
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Leviatán de Paul Auster
Nadie puede decir de dónde proviene un libro, y menos que nadie la persona que lo escribe. Los libros nacen de la ignorancia, y si continúan viviendo después de escritos es sólo en la medida en que no pueden entenderse.
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Brooklyn Follies de Paul Auster
Leer era mi válvula de escape, mi desahogo y mi consuelo, mi estimulante preferido: leer por puro placer; por la hermosa quietud que te envuelve cuando resuenan en la cabeza las palabras de un autor.
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¿Qué medida tomó el profesor Snape para proteger la Piedra Filosofal?