La invención de la soledad de Paul Auster
Como a cualquier otra cosa en su vida, él solo me veía a través de la bruma de su soledad, a una gran distancia de sí mismo. Creo que para él el mundo era un lugar lejano, un lugar al que nunca logró penetrar de verdad; y allí, a la distancia, entre las sombras que aleteaban a su alrededor, yo nací, me convertí en su hijo y crecí, como una sombra más que aparecía y desaparecía en el oscuro ámbito de su conciencia.
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