Mandíbula de Mónica Ojeda Franco
"A nadie le gusta contarlo, Becerra, pero el sistema educativo está hecho para domadores de leones, no para maestros"
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Mandíbula de Mónica Ojeda Franco
"A nadie le gusta contarlo, Becerra, pero el sistema educativo está hecho para domadores de leones, no para maestros"
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Mandíbula de Mónica Ojeda Franco
Pero Clara, la hija-becerra, no se consideraba nihilista, sino una mujer del trópico con creencias flexibles y certezas plurales, como los políticos -o como aquellas personas con baja autoestima que nunca estaban del todo seguras de lo que pensaban-, y a lo único que oponía una real resistencia era a las creencias de la madre.
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Mandíbula de Mónica Ojeda Franco
"No me gusta escucharme. Me asusta", le confesó a Fernanda. "A mí no me asusta, pero no tengo nada que decirme y me aburro", comentó Fiorella. "Yo, en cambio, tengo cosas terribles que decirme y me las digo", dijo Annelise con la intención de animar a su amiga.
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Las voladoras de Mónica Ojeda Franco
¿Puede un huevo romperse dentro de una gallina?. Y él no supo qué responderme.
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Las voladoras de Mónica Ojeda Franco
En que el hecho de que lo disimulen para no herir mis sentimientos hiere mis sentimientos.
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Mandíbula de Mónica Ojeda Franco
Lo desconocido, decía, obviamente es siempre terrorífico, pero lo horrible, lo que en verdad nos petrifica los órganos, es lo que conocemos a medias; lo que tenemos cerca y, a pesar de ello, somos incapaces de entender.
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Las voladoras de Mónica Ojeda Franco
A pesar de eso la amamos y el amor tiene su propia forma de conocer, ¿entiende? Yo amo su pelaje como si fuera un cabello. Amo su naturaleza.
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Las voladoras de Mónica Ojeda Franco
A veces, en medio de los ronquidos y de los golpes, Bárbara oía cosas indescriptibles que le contaban, sin palabras, que le había tocado lo peor de la familia: la verdad, la cara deforme de la sangre.
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Las voladoras de Mónica Ojeda Franco
Gabriela apenas se mueve. Su pulso es arrítmico, su respiración tosca. Sus ojos se pierden a menudo en la llanura y en el interior de su cabeza. Entonces una mirada blanca y lunar como las piedras de su tumba se le talla en el rostro: una que me muestra la profundidad real del mundo de abajo. El Uku Pacha, el sitio de donde yo arranqué su sombra. |
Nefando de Mónica Ojeda Franco
Todos nos sentimos atraídos hacia lo que nos provoca repulsión y queremos espantarnos aunque no nos guste admitir que el espanto es placentero. Así somos: criaturas complejas.
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Nefando de Mónica Ojeda Franco
Cuando el mundo de alguien es destruido ya no queda nada, ni siquiera el dolor.
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Mandíbula de Mónica Ojeda Franco
Porque el miedo es una emoción, le dijo evitando sus ojos. Y es la prueba de que lo primitivo nos habita.
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Mandíbula de Mónica Ojeda Franco
En este mismo momento, en alguna parte del globo terráqueo, hay mujeres a las que se les está cortando el clítoris, niños vendidos, personas estallando en pedazos o ahogándose en el océano, y nada de esto tiene que ver con el mal, sino con la naturaleza humana fracasando en su autodomesticación.
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Mandíbula de Mónica Ojeda Franco
En la adolescencia puede aflorar lo más bello o lo más horrible, como en lo blanco puede existir tanto la pureza como la podredumbre.
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Mandíbula de Mónica Ojeda Franco
El autoconocimiento se le había resquebrajado y ahora era una desconocida a la que podía imaginar por fuera pero no por dentro.
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Nefando de Mónica Ojeda Franco
[...] para algunos de nosotros la hostilidad del mundo empezó en casa, hay pequeñas primeras devastaciones que te configuran.
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Gregorio Samsa es un ...