Las voladoras de Mónica Ojeda Franco
Gabriela apenas se mueve. Su pulso es arrítmico, su respiración tosca. Sus ojos se pierden a menudo en la llanura y en el interior de su cabeza. Entonces una mirada blanca y lunar como las piedras de su tumba se le talla en el rostro: una que me muestra la profundidad real del mundo de abajo. El Uku Pacha, el sitio de donde yo arranqué su sombra. |