Mary Shelley
No hay que creer en las máximas de los estoicos, que decían que la muerte no es un mal y que la mente del hombre debe estar por encima de la desesperación ante la ausencia eterna de un ser querido.
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Mary Shelley
No hay que creer en las máximas de los estoicos, que decían que la muerte no es un mal y que la mente del hombre debe estar por encima de la desesperación ante la ausencia eterna de un ser querido.
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Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley
Si la mentira se parece tanto a la verdad, ¿quién puede estar seguro de alcanzar alguna felicidad?
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Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley
Seguía deseando amor y compañía, y seguía siendo despreciado. ¿No había ninguna injusticia en esto? ¿He de ser considerado el único criminal, cuando toda la humanidad pecaba contra mí?
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Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley
La vida y la muerte se habían convertido para mí en fronteras imaginarias y yo sería el primero en romperlas, solo con el fin de echar un torrente de luz en nuestro tenebroso mundo. Una nueva especie podría bendecirme como a su creador.
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Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley
Durante los últimos días he estado ocupado examinando mi conducta del pasado; no la encuentro culpable. En un rapto de locura entusiasta creé una criatura racional y estaba obligado a asegurarle la felicidad y el bienestar en la medida que me fuera posible. Éste era mi deber; pero había otro más importante. Mis deberes hacia los seres de mi propia especie reclamaban más mi atención, puesto que implicaban una mayor cantidad de felicidad o desdicha. Instado por esta visión, me negué, e hice bien en hacerlo, a crear una compañera para la primera criatura.
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Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley
Alentado por la locura, creé un ser racional, y adquirí con ello la responsabilidad de garantizarle, en la medida de mis posibilidades, la felicidad y el bienestar. Esa era mi obligación, pero aún no existía otro deber primordial: el deber para con mis semejantes reclamaba toda mi atención porque implicaba que yo podía influir en su felicidad o en su desgracia. Por esa razón, me negué, y con gran acierto, a crear una compañera para la criatura, la cual había demostrado una maldad y un egoísmo inigualables.
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Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley
Es una gran desventura, en efecto, carecer de amigos; pero los corazones de los hombres están llenos de amor fraterno y caridad, cuando se encuentran libres de prejuicios y no los mueve un egoísmo patente.
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Mathilda de Mary Shelley
¿No es extraño que la aflicción siguiera tan pronto a una felicidad tan divina? Bebí de una copa encantada pero había hiel en el fondo de su prolongada dulzura. Mi corazón rebosaba de cariño profundo, pero se sentía tranquilo con su profundidad y plenitud. No tenía la menor idea de que el sufrimiento pudiera surgir del amor, y esa lección que todos en definitiva deben aprender la descubrí de un modo que pocos se ven obligados a aceptar.
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Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley
No me era posible comprender la razón de su infelicidad, pero aquello me afectaba profundamente. El hecho de que tan hermosas criaturas se sintieran desgraciadas me hacía más fácil la admisión de que yo, ser solitario e imperfecto, lo fuera más todavía.
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Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley
Abrazamos una querida angustia o añoramos nuestra zozobra; es indiferente: pues sea pena o alegría, el camino de su olvido permanece siempre abierto. El hombre de ayer jamás puede ser igual al de mañana; nada es demasiado duradero sino la propia mutabilidad.
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Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley
Y cuánto más feliz es el hombre que acepta su lugar en el mundo en vez de aspirar a ser más de lo que la naturaleza le permitirá jamás.
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Mathilda de Mary Shelley
Ninguna novia contempló con más gozo su atuendo de boda que yo al imaginar mi cuerpo envuelto en el sudario.
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Mathilda de Mary Shelley
Me retiraré al continente para hacerme monja: en absoluto por amor a la religión, ya que no era católica, sino para apartarme del mundo para siempre.
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Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley
El ángel rebelde se convirtió en un monstruoso diablo, pero hasta ese enemigo de Dios y de los hombres cuenta, en su desolación, con amigos y compañeros. Yo estoy solo.
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Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley
El mundo era para mí un secreto que anhelaba desvelar; para ella era un espacio vacío, que deseaba poblar con sus propias imaginaciones.
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Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley
El objeto de mis estudios era todo lo que resulta mas intolerable a la sensibilidad de los seres humanos. Vi como se degradaba y consumía la hermosa forma del hombre. Contemplé cómo disipada la corrupción de la muerte los colores saludables de la vida. Vi cómo heredaba el gusano las maravillas del ojo y el cerebro.
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Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley
Era bueno y la desgracia me hizo un malvado: hazme feliz y volverá a mí la virtud.
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Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley
Aunque sea solo un cúmulo de infelicidad, la vida me es querida y la defenderé.
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