Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez
Él, sin embargo, todavía podía adivinar lo que sentía y también hablar con él sin pronunciar palabras.
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Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez
Él, sin embargo, todavía podía adivinar lo que sentía y también hablar con él sin pronunciar palabras.
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Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez
La amabilidad de los extraños, pensó Juan. ¿No se había encontrado con demasiada gente generosa y desinteresada? ¿No era una señal, no estaba frente a alguna trampa, una puesta en escena?
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Éste es el mar de Mariana Enríquez
Toda su especie viví en perpetuo movimiento y nunca dormía, como los tiburones.
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La hermana menor de Mariana Enríquez
Una vez alguien de los míos me dijo: “No podés tener trato con esa gente. Así nunca vas a lograr que te respeten.” Y yo le respondí: “Yo no quiero que me respeten. Yo quiero que me quieran.”
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Las cosas que perdimos en el fuego de Mariana Enríquez
Porque había estado deprimida, como tanta gente, porque tomaba medicación -en dosis muy bajas-, Miguel creía que estaba enferma.
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Las cosas que perdimos en el fuego de Mariana Enríquez
-Las quemas las hacen los hombres, chiquita. Siempre nos quemaron. Ahora nos quemamos nosotras. Pero no nos vamos a morir: vamos a mostrar nuestras cicatrices.
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Las cosas que perdimos en el fuego de Mariana Enríquez
(...) le sigo diciendo accidente a su suicidio.
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Las cosas que perdimos en el fuego de Mariana Enríquez
Ella se derrumbaba en público sin pudores y a nosotras nos daba vergüenza.
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Las cosas que perdimos en el fuego de Mariana Enríquez
(...) me imaginaba una hermosa clínica llena de mujeres con la mirada perdida.
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Las cosas que perdimos en el fuego de Mariana Enríquez
Que no era la princesa en el castillo, sino la loca encerrada en la torre.
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Un lugar soleado para gente sombría de Mariana Enríquez
[…] y después la pereza de siempre y dejarlo para dentro de unos años, era joven. Pero ser joven no significaba nada, se daba cuenta. Ser joven era un instante.
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Un lugar soleado para gente sombría de Mariana Enríquez
Los recuerdos nunca llegan en los momentos predecibles
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Los peligros de fumar en la cama de Mariana Enríquez
Extrañaba las caricias en la espalda, reírse de su paranoia, sus intentos inútiles de consolarla, las horas que tardaba en bañarse, que casi no le gustaba comer, los huesos de su cadera, la forma de hablar moviendo las manos; quería poder volver a mirar sus fotos y ponerse celosa cuando él le prestaba más atención al gato que a ella y caminar bajo el sol él siempre con anteojos negros (…)
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Los peligros de fumar en la cama de Mariana Enríquez
(…) y empezó con los exactos cortes en el brazo, unido, dos, tres, hasta ver la sangre y sentir el dolor y algo parecido a un orgasmo.
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Porque demasiado no es suficiente de Mariana Enríquez
Las drogas no te hacen mejor ni peor ni más creativo, pero todos creían eso en los noventa. Yo también. Era el zeitgeist. El que no se drogaba era un estúpido. Y después había que caminar sobre cuerpos jóvenes y olvidarlos. Otra vez.
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Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez
Todas las fortunas se construyen sobre el sufrimiento de los otros y la construcción de la nuestra, aunque tiene característica únicas e insólitas, no es una excepción
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Bajar es lo peor de Mariana Enríquez
Morir no es dormir, nena; es no ser. Y eso es algo demasiado enorme como para que te lo puedas imaginar.
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La hermana menor de Mariana Enríquez
Es que uno no conoce a las personas la primera vez que las ve, a veces no les presta atención. Cuando uno se fija en una persona, recién ahí la conoce.
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¿Cuántas novelas hay en la serie Harry Potter?