Bajar es lo peor de Mariana Enríquez
Volvió a escribirlo: le daba cierta seguridad escribir su nombre, saber que todavía existía y no se había ido al mundo de donde venían los monstruos, que todavía estaba aguantando.
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Bajar es lo peor de Mariana Enríquez
Volvió a escribirlo: le daba cierta seguridad escribir su nombre, saber que todavía existía y no se había ido al mundo de donde venían los monstruos, que todavía estaba aguantando.
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Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez
Yo estaba un poco molesta por su mal humor, pero lo conocía lo suficiente como para saber que, cuando demostraba afecto, se comportaba como si el mundo fuera un puercoespín y él no pudiese encontrar un lugar donde sentarse.
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Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez
La gente siempre quiere hablar, quiere contarle a un desconocido su historia, aun sabiendo que ese desconocido publicará y con seguridad distorsionará lo dicho, porque esa es la naturaleza del oficio.
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Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez
Es fácil hablar de abandonar, dejar, morir, cambiar, cuando dejar todo no significa nada.
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Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez
– Nunca voy a dejarte. Pedime otra cosa. – Si no vas a irte, no me dejes solo. Ni aunque te mueras. Perseguime como un fantasma, “haunt me". – Por supuesto –le contesté–. Haría cualquier cosa por vos. |
Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez
(…) y quiso abrazarlo, pero no había nada en la actitud del chico que la autorizara a tocarlo. En eso se parece al padre, pensó, son como gatos.
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La hermana menor de Mariana Enríquez
Su último libro de cuentos, es un libro de vejez. Un libro en el que escribe y reflexiona sobre la vejez
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Mariana Enríquez
Todos los seres humanos son irrepetibles, pero quienes la conocieron y admiraron saben que ella lo fue en grado . Fue una de las Mujeres mas fascinantes de la Argentina, la verdadera reina de la Gracia y la poesía.
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Un lugar soleado para gente sombría de Mariana Enríquez
Qué injusto: los muertos tienen la suerte de no ver cómo se descomponen. Incluso los fantasmas. Mi madre, por ejemplo: su imagen no se pudre. Hay distintos tipos de fantasmas. Me pregunto si esa imagen emana de ellos mismos o de quienes los vemos. Si son o no una construcción colectiva.
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Un lugar soleado para gente sombría de Mariana Enríquez
El pensamiento positivo es perverso, lo mismo que la buena voluntad.
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Un lugar soleado para gente sombría de Mariana Enríquez
Yo le digo que el fascismo en general empieza con miedo y se transforma en odio
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Porque demasiado no es suficiente de Mariana Enríquez
Una canción de verano es buen sexo entre las dunas: ser fan es un matrimonio.
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Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez
Renunciar es fácil cuando se tiene mucho, pensó. Él nunca había tenido nada.
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Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez
Es como si subiéramos juntos una escalera y en un momento yo digo “hasta acá llegué”. Y en ese escalón, más arriba, ellos son felices y yo los miro. ¿Habría sido siempre así? No era timidez ni retraimiento ni adolescencia, como pensaban los demás. No se le iba a pasar. Podía bailar solo, podía emocionarse en su habitación con un libro, pero cuando llegaba la fiesta se desconectaba, los demás se convertían en una película que podía ver y en la que no podía participar. Así que se hacía invisible, lo que no era difícil porque estaban todos borrachos. Y retrocedía hasta su pieza. Y sentía el más puro alivio.
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Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez
Eso era ser huérfano: tener cajitas de cenizas y no saber qué hacer con ellas.
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Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez
(…) le tomó la cara entre las manos, se agachó para mirarlo a los ojos y le acarició el pelo, la caja estaba en el suelo, entre los dos, y le dijo tenés algo mío, te dejé algo mío, ojalá no sea maldito, no sé si puedo dejarte algo que no esté sucio, que no sea oscuro, nuestra parte de noche.
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Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez
–No hay que mantener vivo lo que está muerto –dijo–. No lo vuelvas a hacer nunca.
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Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez
(…) no me dejes solo, “haunt me”, no había palabras en castellano para ese verbo, “haunt”, no era embrujar, no era aparecer, era “haunt”, pero ella nunca se lo había tomado en serio.
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Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez
Y había sido una promesa seria, una promesa de sangre y herida, no de palabras sentimentales.
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Las cosas que perdimos en el fuego de Mariana Enríquez
Él disfrutaba con sus mentiras. A ella le gustaba el desafío.
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¿Quién escribió la saga?