Un lugar soleado para gente sombría de Mariana Enríquez
Ella se sentía una ruina abandonada y esperaba la demolición.
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Un lugar soleado para gente sombría de Mariana Enríquez
Ella se sentía una ruina abandonada y esperaba la demolición.
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Un lugar soleado para gente sombría de Mariana Enríquez
... pero tenía que ir al baño, qué cosa mal hecha el cuerpo, tener que interrumpir un sueño sin sueños para mear.
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Un lugar soleado para gente sombría de Mariana Enríquez
El sentido común es una mentira, pero discutir una mentira creíble es una empresa de titanes.
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Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez
Los (libros) de poesía, que le gustaban más que todos aunque no los entendiera, porque a veces al leer dos palabras juntas en voz alta, cuando causaban un efecto hermoso, le daban ganas de llorar.
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Porque demasiado no es suficiente de Mariana Enríquez
... con alguien que entendiera lo desangelada y triste que puede ser una vida de oficina, alguien que no dijera pavadas como que hay trabajos peores (por supuesto: y hay guerras y enfermedades terminales)...
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Alguien camina sobre tu tumba: Mis viajes a cementerios de Mariana Enríquez
Cuando se muere, la gente es mucho más agradable.
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Las cosas que perdimos en el fuego de Mariana Enríquez
Hace años que Lala decidió ser mujer y brasileña, pero había nacido varón y uruguayo.
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Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez
Gaspar le dijo que sí y la besó en las mejillas manchadas de máscara corrida, pero pensó: a veces hay que mentir para cuidar. Ya te miento. Te oculto. Y te voy a seguir mintiendo.
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Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez
A pesar de que lo sabía enfermo le parecía invencible y peligroso, a veces los animales lastimados eran así, mucho más fuertes que cuando estaban sanos.
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Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez
Una manera de alejarlo insinuando el deseo de conservarlo, una forma muy inteligente de dar vueltas a su alrededor.
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Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez
Yo estaba un poco molesta por su malhumor, pero lo conocía lo suficiente como para saber que, cuando demostraba afecto, se comportaba como si el mundo fuera un puercoespín y él no pudiese encontrar un lugar donde sentarse.
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Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez
Él tenía miedo por nuestro hijo. Temía no poder o no saber cuidarlo, morirse antes de conocerlo; amarlo demasiado o que le fuera indiferente. No sé qué debo sentir, me dijo una vez. Vas a sentir lo que haga falta, le contesté. |
Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez
De tanto mirar las estrellas, uno se siente perdido, fuera del mundo. En el espacio, la vida humana no tiene significado. En este lugar tampoco.
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Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez
Siempre me gustó ver en sus ojos que no tiene miedo de morirse o, al menos, que le da igual si se muere conmigo.
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Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez
Sentía que, si lo dejaban preguntar y hablar, no iba a parar nunca, que la curiosidad lo invadía como las hormigas a una mermelada abierta y olvidada en la cocina.
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Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez
No le gustaba y nunca le había gustado quedarse callado, ni las miradas esquivas y los silencios incómodos, la manera, sobre todo de los adultos de mirarse entre ellos y tragarse las palabras (…)
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Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez
–No sabía que pensar en ella y querer que volviese era llamarla.
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Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez
Él, sin embargo, todavía podía adivinar lo que sentía y también hablar con él sin pronunciar palabras.
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¿Quién escribió la saga?