Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez
Sentía que, si lo dejaban preguntar y hablar, no iba a parar nunca, que la curiosidad lo invadía como las hormigas a una mermelada abierta y olvidada en la cocina.
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Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez
Sentía que, si lo dejaban preguntar y hablar, no iba a parar nunca, que la curiosidad lo invadía como las hormigas a una mermelada abierta y olvidada en la cocina.
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