Casarse con él de
Lisa Kleypas
(…) La señora Fernsby tenía razón. Helen se veía delicada, más aún de lo que él recordaba. Su muñeca, de piel clara, era tan delgada que apenas parecía capaz de soportar el peso de la tetera. Puede que no quisiera que la trataran como a una florecilla de invernadero, pero no parecía tener mucha más sustancia que una de ellas.
Dios mío, ¿cómo se las arreglaría con lo que él iba a exigirle?
Pero entonces lo miró fijamente a los ojos, y la impresión de fragilidad se desvaneció. Fuera lo que fuese lo que Helen sentía por él, no era miedo. Había ido a verlo, lo había buscado, lo que demostraba fuerza de voluntad y un inesperado atrevimiento.
Él sabía que el ultimátum que le había dado era indecente, que contradecía todo aquello a lo que aspiraba, pero le importaba un comino. Era la única forma en que podía estar seguro de ella. De otro modo, podría desdecirse del compromiso. No quería pensar en volver a perderla.