Un seductor sin corazón de Lisa Kleypas
—Solo el diablo sabe por qué se me tenía que arruinar así la vida —dijo Devon Ravenel muy serio—, y todo porque un primo que nunca me gustó se cayó del caballo. —Theo no se cayó exactamente —lo corrigió Weston, su hermano menor—. El caballo lo tiró. —Está claro que al animal le resultaba tan insoportable como a mí. —Devon andaba arriba y abajo por la sala de visitas con pasos inquietos y cortos—. Si Theo no se hubiera desnucado, le partiría la crisma. |