Martin Eden de Jack London
A veces, me parece que el mundo entero, toda la vida, todo, se hubiera instalado dentro de mí y estuvieran clamando porque me convirtiera en su portavoz.
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Martin Eden de Jack London
A veces, me parece que el mundo entero, toda la vida, todo, se hubiera instalado dentro de mí y estuvieran clamando porque me convirtiera en su portavoz.
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La Gente Del Abismo de Jack London
Posiblemente me tomaron por un Jack el Destripador algo retrasado, o pensaron que yo quería implicarlos en algún crimen desesperado.
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El vagabundo de las estrellas de Jack London
...Bajo la delgada capa de moralidad con que se cubre, el hombre es el mismo salvaje de hace diez mil años...
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El vagabundo de las estrellas de Jack London
¡Pobres de nosotros! Creímos que los cielos sobre los que escribimos todos nuestros deseos, todo aquello que hicimos o soñamos hacer, eran inalterables....
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El vagabundo de las estrellas de Jack London
Es grotesco, resulta ridícula la desfachatez de esos gusanos que creen que pueden matarme. No puedo morir. Soy inmortal, como ellos; la diferencia es que ellos no lo saben, y yo sí.
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El vagabundo de las estrellas de Jack London
...Es aterrador ver destrozado a un hombre que antes ha sido fuerte....
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El vagabundo de las estrellas de Jack London
Los hombres inteligentes son a menudo crueles. Los hombres estúpidos son monstruosamente crueles....
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La quimera del oro de Jack London
Sonidos y colores flotantes parecían formar juntos la urdimbre de una tela delicada e indefinida, que era el espíritu del lugar. Se trataba de un espíritu pacífico, no de muerte, sino de vida tranquila, de una quietud que no era silencio, de un movimiento que no era acción, de reposo pleno de existencia sin ser violento con lucha y trabajo. El espíritu del lugar era el de la paz de los vivos, soñoliento con la comodidad y satisfacción que da la prosperidad, libre de rumores de guerras lejanas.
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El hijo del lobo de Jack London
¡Dejen que los jóvenes lleven a las jóvenes a sus tiendas; déjenlos volar a la garganta del Lobo; que jamás muera su enemistad!
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La quimera del oro de Jack London
El sonido de la oscuridad es piadoso, amortajándole a uno como para protegerle, y exhalando mil consuelos intangibles: pero el brillante silencio blanco, claro y frío bajo cielos de acero, es despiadado.
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La quimera del oro de Jack London
La naturaleza tiene muchas artimañas para convencer al hombre de su finitud -el incesante fluir de las mareas, la furia de la tormenta, la sacudida del terremoto, el largo retumbar de la artillería del cielo-, pero la más tremenda, la más sorprendente de todas es la fase pasiva del silencio blanco. Cesa todo movimiento, el aire se despeja, los cielos se vuelven de latón; el más pequeño susurro parece un sacrilegio, y el hombre se torna tímido, asustado del sonido de su propia voz. Única señal de vida que viaja a través de las espectrales inmensidades de un mundo muerto, tiembla el aire ante su propia audacia, se da cuenta de que su vida no vale más que la de un gusano. Surgen extraños pensamientos no llamados, y el misterio de todas las cosas pugna por darse a conocer. Y el temor a la muerte, a Dios, al universo, se apodera de él, la esperanza en la resurrección y la vida, su deseo de inmortalidad, la lucha vana de la esencia aprisionada. Entonces, si alguna vez ocurre, el hombre camina solo con Dios.
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Colmillo Blanco de Jack London
Un profundo silencio reinaba sobre la tierra. La tierra misma estaba desolada, yerma, sin movimiento, tan solitaria y fría que su espíritu no era ni tan siquiera el de la tristeza. Había en ella una insinuación de carcajada, pero de una carcajada más terrible que la de cualquier tristeza; una carcajada sin alegría, como la sonrisa de la esfinge; una carcajada fría como el hielo, partícipe de la severidad de lo inexorable. Era la imperiosa e incomunicable sabiduría de la eternidad riéndose de la futilidad de la vida y del esfuerzo de vivir. Eran las Tierras Vírgenes, la soledad salvaje, el helado corazón de los desolados yermos del Norte .
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La llamada de lo salvaje de Jack London
Antiguos anhelos nómadas manan y liman la cadena de la costumbre; de nuevo de su sueño invernal el atavismo salvaje resurge.
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John Barleycorn. Memorias de un alcohólico de Jack London
El caso es que el encanto de John Barleycorn seguía siendo un misterio para mí. Mi organismo no era alcohólico y la bebida no me atraía en absoluto. Las reacciones químicas que me producía no me agradaban porque no necesitaba semejante satisfacción química. Bebía porque mis acompañantes tomaban alcohol y porque mi naturaleza no me permitía ser menos hombre que los demás, sobre todo cuando se entregaban a su pasatiempo favorito.
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Lobo de mar de Jack London
...El universo se movía alrededor de ella, y ella, bajo diversas formas, siempre era la misma.
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Colmillo Blanco de Jack London
No bajarían de veinte los lobos que contó, que lo miraban fija y codiciosamente o que dormían con toda calma sobre la nieve. le recordaban a una multitud de niños reunidos alrededor de la mesa de un festín y esperando permiso para empezar a comer. Y él constituía la comida.
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La llamada de lo salvaje de Jack London
Existe una paciencia en la naturaleza salvaje (tenaz, incansable, obstinada como la vida misma).
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Colmillo Blanco de Jack London
La vida vivía de la vida. Existían seres que comían y otros que eran comidos. La ley era: devora o te devorarán.
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Colmillo Blanco de Jack London
Reinaba un profundo silencio en toda la vasta extensión de aquella tierra.Era la desolación misma,sin vida,sin movimiento,tan solitaria y fría que ni siquiera bastaría decir,para describirla que su esencia era la tristeza
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