En 1902 Jack London vive durante varios meses en el East End londinense, duerme en habitaciones compartidas, hospicios e incluso en la calle; vive la experiencia del hambre, ve la dificultad que representa buscarse un trabajo y, al mismo tiempo, intentar comer y dormir bajo cubierto en el hospicio pues los horarios de uno y otro lo hacen incompatible; las distancias a recorrer; los salarios insuficientes para mantener a familias numerosas,... Toda esta dureza descrita de un modo tal que no puedes alejarte de la crudeza y el dolor hasta que das la vuelta a la última página. Brillante. |