El guardián entre el centeno de J. D. Salinger
Lo que distingue al hombre inmaduro es que aspira a morir noblemente por una causa, en cambio el hombre maduro aspira a vivir humildemente por ella
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El guardián entre el centeno de J. D. Salinger
Lo que distingue al hombre inmaduro es que aspira a morir noblemente por una causa, en cambio el hombre maduro aspira a vivir humildemente por ella
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El guardián entre el centeno de J. D. Salinger
¿Sabes lo que me gustaría ser? ¿Sabes lo que me gustaría ser de verdad si pudiera elegir? (…) Muchas veces me imagino que hay un montón de niños jugando en un campo de centeno. Miles de niños. Y están solos, quiero decir que no hay nadie mayor vigilándolos. Sólo yo. Estoy al borde de un precipicio y mi trabajo consiste en evitar que los niños caigan a él. En cuanto empiezan a correr sin mirar adónde van, yo salgo de donde esté y los cojo. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Vigilarlos. Yo sería el guardián entre el centeno. Te parecerá una tontería pero es lo único que de verdad me gustaría hacer. Sé que es una locura.
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El guardián entre el centeno de J. D. Salinger
Mientras esperaba me fui a la ventana la abrí e hice una bola de nieve directamente con las manos, sin guantes ni nada. La nieve estaba perfecta para hacer bolas. Iba a tirarla a un coche que había aparcado al otro lado de la calle, pero al final me arrepentí. Daba pena con lo blanco y limpio que estaba. Luego pensé en tirarla a una boca de agua de esas que usan los bomberos, pero también estaba muy bonita tan nevada. Al final no la tiré. Cerré la ventana y me puse a pasear por la habitación apelmazando la bola entre las manos. Todavía la llevaba cuando subimos al autobús. El conductor abrió la puerta y me obligó a tirarla. Le dije que no pensaba echársela a nadie, pero no me creyó. La gente nunca se cree nada.
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El guardián entre el centeno de J. D. Salinger
Si seguía allí era por ver si me entraba una sensación de despedida. Quiero decir que me he ido de un montón de colegios y de sitios sin darme cuenta siquiera de que me iba. Y me revienta. No me importa que sea una despedida triste o que sea una despedida desagradable, pero cuando me voy de un sitio me gusta saber que me voy. Si no, te da más pena todavía.
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El guardián entre el centeno de J. D. Salinger
“—[…] Esta caída que te anuncio es de un tipo muy especial, terrible. Es de aquellas en que al que cae no se le permite llegar nunca al fondo. Sigue cayendo y cayendo indefinidamente. Es la clase de caída que acecha a los hombres que en algún momento de su vida han buscado en su entorno algo que éste no podía proporcionarles, o al menos así lo creyeron ellos. En todo caso dejaron de buscar. De hecho, abandonaron la búsqueda antes de iniciarla siquiera. ¿Me sigues? —Sí, señor. —¿Estás seguro? —Sí.” |
El guardián entre el centeno de J. D. Salinger
Me daba un aspecto de duro de película impresionante. Solo he tenido dos peleas en mi vida y las he perdido las dos. La verdad es que de duro no tengo mucho. Si quieren que les diga la verdad, soy pacifista.
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El guardián entre el centeno de J. D. Salinger
-Donde yo vivo llevamos gorras de esas para cazar ciervos, por el amor de Dios -dijo-. Esa es una gorra para cazar ciervos. -Y un cuerno. -Me la quité y la miré. Cerré un poco un ojo como si estuviera afinando la puntería-. Es una gorra para cazar gente -dije-. Yo me la pongo para cazar gente. |
El guardián entre el centeno de J. D. Salinger
"- La vida es una partida y hay que vivirla de acuerdo con las reglas del juego". - De partida un cuerno. Menuda partida. Si te toca el lado de los que cortan el bacalao, desde luego que es una partida, lo reconozco. Pero si te toca del otro lado, no veo dónde está la partida. En ninguna parte. Lo que es una partida, nada". |
El guardián entre el centeno de J. D. Salinger
"Muchas veces me imagino que hay un montón de niños jugando en un campo de centeno. Miles de niños, y están solos, quiero decir, que no hay nadie vigilándolos. Sólo yo. Estoy al borde del precipicio y mi trabajo consiste en evitar que los niños caigan en él. En cuanto empiezan a correr sin mirar adónde van, yo salgo de donde éste y los cojo. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Yo sería el guardián entre el centeno".
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El guardián entre el centeno de J. D. Salinger
Esta caída que te anuncio es de un tipo muy especial, terrible. Es de aquellas en que al que cae no se le permite llegar nunca al fondo. Sigue cayendo y cayendo indefinidamente. Es la clase de caída que acecha a los hombres que en algún momento de su vida han buscado en su entorno algo que éste no podía proporcionarles, o al menos así lo creyeron ellos. En todo caso dejaron de buscar. De hecho, abandonaron la búsqueda antes de iniciarla siquiera.
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El guardián entre el centeno de J. D. Salinger
Hay quien no sabe lo que le interesa hasta que empieza a hablar de algo que le aburre. A veces es inevitable. Por eso creo que es mejor que le dejen a uno en paz si lo pasa muy bien con lo que dice. Es bonito que la gente se emocione con algo.
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El guardián entre el centeno de J. D. Salinger
La verdad es que no hay nada como decir algo que nadie entienda para que todos hagan lo que te dé la gana.
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El guardián entre el centeno de J. D. Salinger
Me paso el día entero diciendo que estoy encantado de haberlas conocido a personas que me importan un comino. Pero supongo que si uno quiere seguir viviendo, tiene que decir tonterías de ésas.
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El guardián entre el centeno de J. D. Salinger
¿Se imaginan a alguien metiendo mano a una chica y contándole un suicidio al mismo tiempo?
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El guardián entre el centeno de J. D. Salinger
Para conocer a una chica no hace falta acostarse con ella.
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El guardián entre el centeno de J. D. Salinger
No hay sala de fiestas en el mundo entero que se pueda soportar mucho tiempo a no ser que pueda uno emborracharse o que vaya con una mujer que le vuelva loco de verdad.
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El guardián entre el centeno de J. D. Salinger
A veces hago cosas de persona mayor, en serio, pero de eso nadie se da cuenta. La gente nunca se da cuenta de nada.
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El guardián entre el centeno de J. D. Salinger
Lo que más me gusta de un libro es que te haga reír un poco de vez en cuando
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Franny y Zooey de J. D. Salinger
En cuanto a simple lógica, no hay ninguna diferencia, que yo sepa, entre el hombre que ansía acumular un tesoro material, o incluso intelectual, y el hombre que ansía acumular un tesoro espiritual. Como has dicho, un tesoro es un tesoro, ¡maldita sea! Y me parece que todos los Santos que han odiado el mundo a lo largo de la historia han sido tan codiciosos y poco atractivos, básicamente, como cualquiera de nosotros.
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El guardián entre el centeno de J. D. Salinger
Lo que realmente me gusta es un libro que hace que, cuando termines de leerlo, desees que el autor fuese amigo tuyo y que pudieras llamarlo cuando quisieras. Sin embargo, eso no pasa a menudo.
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¿Quién escribió la saga?