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Imagino que ya lo habéis notado, soy alegre como un cascabel y leo géneros variados. Pero lo que no sabéis es que tengo un oscuro y sórdido secreto. Las novelas japonesas para mí son como la Kriptonita para Superman. Diréis: ¡Qué exagerada! ¡Ya será menos!. Pues no es menos, es MAS. Y cuanto más felicidad, buenos sentimientos, mascotas amorosas y personajes optimistas... peor. La portada con un cuenco de comida caliente y un gato contento no auguraba nada bueno para mi... Kriptonita en vena. Tenía la esperanza de superar mi trauma japonés enfrentándome a él como una valiente. Muy amable mi amiga Sonia me apoyó en mi intento de superar mis dramas. Resultado de la experiencia: Ahora padecemos el trauma LAS DOS. Es cierto que el sufrimiento conjunto ayuda. Es un consuelo saberme acompañada mientras deseo meter la cabeza en el horno. Os haré un resumen de libro: Diferentes personajes acuden a una taberna a que les preparen comidas que recuerdan de su pasado y que no consiguen replicar. Suena bonito y te imaginas saboreando nuevamente la comida de tu abuelita, casi puedes percibir su aroma... Pues no. Ya empieza mal cuando un hombre pide que le preparen su plato favorito tal y como lo hacía su esposa muerta, porque su nueva novia no sabe preparárselo tan rico (aunque se esfuerza mucho) y así no se decide a casarse con ella. ¿¡EN SERIO!? Le habría metido el plato, la vajilla entera y los palillos por el... Pues sí, donde yo debería sentir emociones positivas no sentía nada en absoluto. O nada bueno. Bueno, sentía hambre. El 90% del tiempo hablan de comida y no tenía ni idea de los sabores... me sentía como pollo sin cabeza. Lo de Sonia aún era peor porque solo reconocía los huevos como parte de los ingredientes, el resto le sonaba a chino, para ser precisa a japonés. Inexplicablemente, los libros de filosofía, jardines zen, pintura japonesa (con la que tengo experiencia) e incluso novelas de terror sí me gustan. Todo lo demás es como un enorme agujero negro en el que caigo y desaparezco... igual que Alicia por la madriguera. Me siento incapaz de valorar el libro, ni nota le pongo. Después de esta terapia gratuita de la que sois desdichados testigos, me voy con mi crisis a otra parte. Mejor dicho, a otro libro. + Leer más |