 |
Nota: 4 sobre 5 Premisa: La taberna Kamogawa está en las calles de Kioto, pero no tiene un cartel que la identifique. Los clientes tendrán que dar con ella por sí mismos. Allí no sólo se disfruta de una buena comida, sino que también te ayudan a reconstruir platos que han sido especiales para ti y no recuerdas exactamente su sabor. Opinión: Iba absolutamente a ciegas con esta lectura. Solo sabía que tenía un toque cozy, que tenía que ver con comida y que me venía estupendamente bien para leer algo en el marzo asiático. Y sólo puedo decir que ha sido un acierto absoluto. Creo que la idea que vertebra la trama es muy original. Y lo mejor de todo es que a priori parece que nos está hablando de la forma de preparar platos de la cultura oriental, que ya de por sí es interesante, pero es que principalmente nos envía un mensaje que tiene que ver con las emociones y los sentimientos. Y es que el acto de alimentarnos es profundamente social y también sentimental. Este libro pone en relevancia esta idea que muchas veces tenemos sobreentendida o dejada de lado. Todo esto a mi me ha hecho reflexionar sobre lo diferente de nuestras culturas y a la vez todas las cosas que tenemos en común (¿quién no se alimenta y convierte las comidas y todo lo que las rodea en recuerdos importantes?). Si pensamos en nuestro pasado o en cosas que hemos vivido, seguro que más de un recuerdo está condicionado o acompañado por comida. Y sin olvidar todas las experiencias sensoriales que esto conlleva. de hecho, si pruebas un plato de hace mucho tiempo o hueles una fragancia casi olvidada, la cabeza se teletransporta y viaja en el tiempo a todo lo que te evocó. Esto es una sensación maravillosa. La narración se estructura en diferentes capítulos que exponen un caso de investigación distinto, a cada cual más acogedor. Es una lectura corta, ágil, fácil de leer y definitivamente muy cozy. Si os apetece leer algo ligero y tierno, os lo recomiendo mucho. |
>
