Caperucita en Manhattan de Carmen Martín Gaite
En los años en que un niño aprende a leer y a soñar es cuando lo desconocido se rodea de más magia.
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Caperucita en Manhattan de Carmen Martín Gaite
En los años en que un niño aprende a leer y a soñar es cuando lo desconocido se rodea de más magia.
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La hermana pequeña de Carmen Martín Gaite
LAURA: No, hombre, no digas bobadas. Tienes que inventarte algún sufrimiento para compensar el bienestar de tu vida; eso es todo. Pensar que se sufre, siempre justifica.
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El cuarto de atrás de Carmen Martín Gaite
El cuarto de atrás, me lo imagino también como un desván del cerebro, una especie de recinto secreto lleno de trastos barrocos, separado de las antesalas más limpias y ordenadas de la mente por una cortina que solo se descorre de vez en cuando, los recuerdos que pueden darnos alguna sorpresa viven agazapados en el cuarto de atrás, siempre salen de allí, y solo cuando quieren, no sirve hostigarlos.
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El cuarto de atrás de Carmen Martín Gaite
Creo que los viajes tienen que salir al encuentro de uno, como los amigos, y como los libros y como todo. Lo que no entiendo es la obligación de viajar, ni de leer ni de conocer gente, basta que me digan, te va a encantar conocer a fulano [...], para que me sienta predispuesta en contra, precisamente porque lo que me gusta es el descubrimiento, sin intermediarios.
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Lo raro es vivir de Carmen Martín Gaite
Hay veces en que lo normal pasa a extraordinario así por las buenas y lo notamos sin saber cómo.
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Nubosidad variable de Carmen Martín Gaite
Debía ser bastante tarde. Venía del interior del hotel una música de blues, y a medida que seguía subiendo, con los ojos fijos en aquella fachada, surgió en mí, como una fiebre, la extrañeza. Tú conoces bien la sensación, Sofía, ese desarraigo repentino que nos hace cortar amarras con las referencias habituales, desenfoca los perfiles del mundo y nos lleva a la deriva hacia las costas de la literatura.
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Nubosidad variable de Carmen Martín Gaite
Pensar es ir saltando de una habitación en otra sin ilación aparente, estancias del presente y del pasado, algunas aún accesibles, otras cerradas para siempre o derruidas, nuestras o no, tan pronto morada estable como refugio eventual del que solamente quedó un olor o una sombra movediza proyectada en el techo
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Nubosidad variable de Carmen Martín Gaite
La sorpresa es una liebre, y el que sale de caza nunca la verá dormir en el erial.
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Nubosidad variable de Carmen Martín Gaite
Nadie más que yo se acuerda de aquel atardecer que no volvió ni volverá a repetirse nunca.
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Nubosidad variable de Carmen Martín Gaite
Solía callarme siempre, y sigo con esa mala costumbre. Te vas tragando las cosas y estallas luego en el momento más incomprensible
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Entre visillos de Carmen Martín Gaite
Creo que siendo tan subjetiva, creyéndote el centro del mundo, no podrás llegar a hacer nada demasiado bueno.
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El cuarto de atrás de Carmen Martín Gaite
Porque es un poco así, el tiempo transcurre a hurtadillas, disimulando, no le vemos andar.
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Entre visillos de Carmen Martín Gaite
Digo lo que pienso y lo que siento; no tengo miedo de lo que piensen de mí. Y estoy contenta, a pesar de todo, siendo como soy.
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El cuarto de atrás de Carmen Martín Gaite
Yo soñaba con vivir en una buhardilla donde siempre estuvieran los trajes sin colgar y los libros por el suelo, donde nadie persiguiera los copos de polvo que viajaban en los rayos de luz, donde solo se comiera cuando apretar el hambre, sin más ceremonias.
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El cuarto de atrás de Carmen Martín Gaite
La retórica de la postguerra se aplicaba a desprestigiar los conatos de feminismo que tomaron auge en los años de la República y volvía a poner el acento en el heroísmo abnegado de madres y esposas, en la importancia de su silenciosa y oscura labor como pilares del hogar cristiano.
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Caperucita en Manhattan de Carmen Martín Gaite
Nada podrá descubrir quien pretenda negar lo inexplicable.
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Caperucita en Manhattan de Carmen Martín Gaite
Hay cosas que solo pueden ver los que tienen, como tú, los ojos limpios.
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Gregorio Samsa es un ...