El cuarto de atrás de Carmen Martín Gaite
En tiempos de escasez hay que hacer durar lo que se tiene.
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El cuarto de atrás de Carmen Martín Gaite
En tiempos de escasez hay que hacer durar lo que se tiene.
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Lo raro es vivir de Carmen Martín Gaite
Desde que el mundo es mundo, vivir y morir vienen siendo la cara y la cruz de una misma moneda echada al aire, pero si sale cara es todavía más absurdo. Para mí, si quieren que les diga la verdad, lo raro es vivir.
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Lo raro es vivir de Carmen Martín Gaite
A veces pienso —reflexioné en voz alta— que se miente por incapacidad de pedir a gritos que los demás te acepten como eres.
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El cuarto de atrás de Carmen Martín Gaite
[...] Todo podía convertirse en otra cosa, dependía de la imaginación. Mi amiga me lo había enseñado, me había descubierto el placer de la evasión solitaria, esa capacidad de invención que hace sentirnos a salvo de la muerte.
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La búsqueda de interlocutor de Carmen Martín Gaite
Lo que uno querría, en efecto, a cada momento, es que le mirasen y tuviesen en cuenta por ese momento, que le dejasen ensayarse en libertad, que no le interpretasen por la falsilla de datos anteriores a los gestos que está haciendo o a las palabras que está diciendo. ¿A quién no le ha agobiado alguna vez su propia biografía, quién no ha sentido el deseo de arriar el personaje que la vida le impele a encarnar y con cuyo espantajo irreversible le acorralan los malos espejos, esos ojos que no saben mirar ni leer más que lo ya mirado o leído por otros?
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Usos amorosos de la posguerra española de Carmen Martín Gaite
Para todas las mujeres españolas, entre cincuenta y sesenta años, que no entienden a sus hijos. Y para sus hijos, que no las entienden a ellas.
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Después de todo, poesía a rachas de Carmen Martín Gaite
Escondite inglés Una, dos y tres, escondite inglés, a esa niña de rojo ya no la ves. Jugaba con naranjas, les mordía el zumo, arrancaba tomillo, niña de humo. Baja a la calle, vuelve a subir, las estrellas la miran no se quiere dormir. Cuéntame un cuento, cuéntame ciento, dame la mano, se la llevaba el viento de aquel verano. Una, dos y tres, escondite inglés, a esa niña de rojo ya no la ves. |
El cuarto de atrás de Carmen Martín Gaite
La literatura es un desafío a la lógica, no un refugio contra la incertidumbre.
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Nubosidad variable de Carmen Martín Gaite
A ella le gustaba inventar palabras y desmontar las que oía por primera vez, hacer combinaciones con las piezas resultantes, separar y poner juntas las que se repetían. Las palabras un poco largas eran como vestidos con corpiño, chaleco y falda, y se le podía poner el chaleco de una a la falda de otra con el mismo corpiño, o al revés, que fuera la falda lo que cambiase. Alternando la “f” y la “g”, por ejemplo, salían diferentes modalidades de paz, de muerte, de santidad y de testimonio: pacificar y apaciguar, mortificar y amortiguar, santificar y santiguar, testificar y atestiguar; era un juego bastante divertido para hacerlo con diccionario. Algunos corpiños como “filo” que quería decir amistad y “logos”, que quería decir palabra, abrigaban mucho y permitían variaciones muy interesantes. Ella un día los puso juntos y resultó un personaje francamente seductor: el filólogo o amigo de las palabras. Lo dibujó en un cuaderno tal como se lo imaginaba, con gafas color malva, un sombrero puntiagudo y en la mano un cazamariposas grande por donde entraban frases en espiral a las que pintó alas. Luego vino a saber que la palabra ‘filólogo’ ya existía, que no la había inventado ella. -Pero da igual, lo que ha hecho usted es entenderla y aplicársela -le dijo don Pedro Larroque, el profesor de Literatura-. No deje nunca el cazamariposas. Es uno de los entretenimientos más sanos: atrapar palabras y jugar con ellas. + Leer más |
Caperucita en Manhattan de Carmen Martín Gaite
Yo no comprendo cómo dice la gente que se aburre. A mí nunca me da tiempo para todo lo que quisiera hacer.
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Caperucita en Manhattan de Carmen Martín Gaite
He conocido a mucha gente a lo largo de mi vida, comisario, y créame, en nombre de ganar dinero para vivir se lo toman tan en serio que se olvidan de vivir.
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Nubosidad variable de Carmen Martín Gaite
He llegado a no verle a la vida mas sentido que el de indagar su sentido.
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Nubosidad variable de Carmen Martín Gaite
La soledad también puede ser objeto de artesanía y manipulación, que se lo pregunten si no a los poetas
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Caperucita en Manhattan de Carmen Martín Gaite
Y no olvides una cosa -le dijo miss Lunatic-. No hay que mirar nunca para atrás. En todo puede surgir una aventura. Pero ante las ansias de la nueva aventura, hay como un miedo por abandonar la anterior. Plántale cara a ese miedo.
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Caperucita en Manhattan de Carmen Martín Gaite
Para mí la única fortuna, ya le digo, es la de saber vivir, la de ser libre. Y el dinero no libera.
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Caperucita en Manhattan de Carmen Martín Gaite
¿A qué llaman vivir? Para mí vivir es no tener prisa, contemplar las cosas, prestar oído a las cuitas ajenas, sentir curiosidad y compasión, no decir mentiras, compartir con los vivos un vaso de vino o un trozo de pan, acordarse con orgullo de la lección de los muertos, no permitir que nos humillen o nos engañen, no contestar que sí ni que no sin haber contado antes hasta cien... Vivir es saber estar solo para aprender a estar en compañía, y vivir es explicarse y llorar... y vivir es reírse... |
Caperucita en Manhattan de Carmen Martín Gaite
Las cosas y las personas que solo se han visto con los ojos de la imaginación pueden seguir viviendo y siendo iguales, aunque desaparezcan en la realidad. Cuando se han visto y luego se dejan de ver, el cambio es mayor.
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La edad de la inocencia