Ariana Harwicz da voz a la mente de un pedófilo Toma un crimen aberrante desde la ficción: “Me interesa lo que pasa hoy con el varón como género”, dice la escritora. Enlace: http://www.clarin.com/cultur.. |
Ariana Harwicz da voz a la mente de un pedófilo Toma un crimen aberrante desde la ficción: “Me interesa lo que pasa hoy con el varón como género”, dice la escritora. Enlace: http://www.clarin.com/cultur.. |
🌷 ¿Estaba realmente preparada para este reencuentro o me han podido las ansias y me he precipitado? ¿No habría sido mejor espaciar más los libros de la autora? ¿No habría sido mejor dejarlo para más adelante? Tal vez sí. Tal vez no. Tal vez eso no habría influido en el resultado. Recientemente descubrí a Ariana Harwicz y mi primera toma de contacto con su obra me despertó sentimientos totalmente encontrados. No quería quedarme con ese sabor de boca agridulce por lo que decidí probar de nuevo. Vuestros comentarios me dieron el impulso necesario para ponerme directamente a leer 'Degenerado'. ¿Cómo plasmo ahora lo que me ha pasado? Mentiría si dijera que mis impulsos siempre tienen buen resultado. Mentiría si dijera que mis sentimientos, tras esta lectura, han cambiado. Mentiría si dijera que esta vez he conectado. Mentiría si dijera que he disfrutado. Mentiría y es algo que no me gusta hacer. Me ha ocurrido lo mismo de nuevo. Me he tropezado con la misma piedra en el camino. La autora me conquista con su estilo tan diferente, original, potente y extraño pero me pierde con la historia. Tengo la sensación de que me pierdo por el camino, de que no me entero de lo que estoy leyendo. Tengo la sensación de que termino de leer el libro porque la autora me envuelve en una telaraña de la que no puedo escapar. Necesito llegar al punto final a pesar del caos, del rechazo que me hace sentir, de lo desconcertada que estoy, de lo incomoda que me siento. Necesito llegar al punto final pero una vez llego me doy cuenta de que me ha sido imposible disfrutar. Me ha sido imposible conectar. Me doy cuenta de que no es para mí, de que por mucho que me guste buscar el lado bueno, a veces es mejor no insistir, no presionar. Me quedo con la espinita y con el regusto amargo. Me quedo con la certeza de que nuestra relación no puede ser. Ha sido una experiencia interesante, intensa y perturbadora pero ha llegado a su final. Ha sido una experiencia complicada y reconozco que me ha dejado un poco agotada. Me quedo con el descubrimiento, con la pluma de la autora, con los fragmentos que he subrayado pero ha llegado el punto final, no lo voy a volver a intentar. Enlace: https://www.instagram.com/re.. + Leer más |
Desde el monólogo de un hombre acusado, condenado, no solo por la justicia, por su sociedad que no tolera el sentirse engañada por alguien en quien ha depositado su confianza . Se lleva a cabo un recorrido por la sociedad y la historia que forman, deforman tuercen, cambian a los hombres sus intenciones, su manera de pensar su forma de comportarse, que con su mezquindad condenan al individuo, pero perdonan al conjunto que se ensañan con el culpable posible, pero soslayan al culpable evidente . Sociedad que por lo general agita su bandera para proclamarse defensor y tratar de erigirse en verdugo de un hombre solo. Pero calla ante la iniquidad del poder . Atrocidad una atrocidades otras que se van desgranando a lo largo del monólogo que muestra el mundo interior confrontado al mundo exterior del envejecido reo. Sociedad monstruo de mil cabezas que se regeneran al paso del tiempo, renaciendo cada una con principios y leyes distintas que juzga de manera arbitraria las banalidades de algunos los crímenes de lesa humanidad de otros. Degenerado puede ser pero nunca el único, el peor ni el más culpable, Amargo, y desolador enfrentarse a este monólogo que pone frente a los ojos lo que no se quiere ver. Dorian Grey en la casa de los espejos . ¿ Quien se atreve a lanzar la primera piedra ? + Leer más |
Ariana Harwicz da voz a un pedófilo asesino en ‘Degenerado’.
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La escritora argentina da voz a un pedófilo asesino y se arriesga escribiendo contra la Historia.
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Un fluido venenoso, invisible, indiferenciado, que acecha, ataca y mata. Penetra por cualquier hendidura que encuentre. O la genera para poder entrar y destruir. Es la muerte que prolifera como la vida en un orgasmo exponencial. Así es la condición humana que intuye Harwicz. Dionisíaca, homicida, implacable, aunque esté bajo siete llaves en la mayor parte de nosotros, los decentes, la sociedad civil, los ajustados al orden social. Como el estado de naturaleza de Hobbes. Como Adán y Eva expulsados del paraíso en el prólogo de esta masacre que es la historia de la humanidad. Por eso sus temas son terribles, por eso su narración tiene que ser breve, entrecortada, insoportable. Por eso intoxica como un mal viaje. Pero son esos mismos infiernos los que marcan el talento de Harwicz. Algo pudo ver. Claro que nadie puede saber si es verdad lo que vio. La visión mística de otro es de otro. Y es una visión. Su talento está en que logra escribirla. O que se escriba sola. Maquinal, “Lo que escribe uno no lo escribe” (p. 91) dice el degenerado con gramática rota. Es un verso infernal. Es la voz rusa que habla en la literatura de los formalistas. Harwicz satura su narración de versos en prosa que cortan cualquier continuidad, pero a la vez la sostienen. Son sus número primos o sus cortaduras de Dedekind. El final del libro casi lo arruina. No hacía falta esa frase porque ya estaba dicha. En la monstruosidad del degenerado y en la forma. Con fondo negro y letras rojas y música atonal, “Si ahora mismo empezara a matar gente no quedaría nadie vivo” (p. 124). Hacía falta algún remate, Ariana, pero quedó un poco teenager.
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Harwicz es Argentina, pero vive en Francia desde 2007. Es el primer libro que leo de la autora. Degenerado es una novela breve (125 páginas, Anagrama). Una novela que tiene la extensión que debe tener, y ¿por qué digo esto? Porque Harwicz se pone en la cabeza de un pedófilo. La novela es la narración de lo que piensa este hombre durante su juicio. La lectura fue rápida, no se si porque sentía la necesidad de terminar de escuchar lo que pensaba este hombre, porque la autora logra una narrativa poética o en parte porque quería saber que pasaba en esa cabeza al final de todo. La sensación al terminar el libro, ayer entrada la madrugada fue de desazón. ¿Si me preguntan si es un buen libro? Creo que sí, un buen libro con una historia cruda, real. Si me preguntan si recomendaría la lectura de Degenerado, les diría que sí. Que plantea la historia desde una perspectiva distinta a como habitualmente se tratan estos temas, y es el de las víctimas. |
De los libros de Harwicz, fue el que menos me gustó. Me encanta su estilo y creo que mi valoración va más por ese lado. Aún así llega un momento en que se me hizo largo incluso para lo breve que es. El protagonista es un pederasta, acusado de abuso y asesinato de una menor, que pretende justificar su accionar (aunque en realidad nunca lo admite, ni lo niega) criticando la falsa moral social, entre otras cosas. No me gustó, la verdad. Esperaba otra cosa? No lo sé. Pero la intensidad y la tensión de sus otras novelas no estaba presente en esta. |
Ensayo que toma el relevo de la 'Trilogía de la pasión' y con el que la escritora afincada en Francia reflexiona sobre la libertad de escritores y creadores en una época de parches morales, reescrituras sensibles y hogueras públicas.
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Recomiendo cien por cien la lectura de este ensayo. Si bien se puede estar de acuerdo o no con las opiniones de la autora, sí que es cierto que abre una puerta a la reflexión sobre la escritura del siglo XXI (y por lo tanto de la sociedad) más que interesante. Una de las ideas que expone y que más me ha hecho reflexionar es si acaso se puede afirmar que el arte murió este siglo. Si la literatura está supeditada a los movimientos de la sociedad, o si bien tiene que ser una reacción a la misma. Aborda también (y bajo mi punto de vista, de manera muy acertada) la llamada "cultura de la cancelación" y cómo el no estar de acuerdo al 100% con determinadas cosas y/o conceptos pueden llevar a ser calificado, cuando menos, como reaccionario. Un debate acalorado y muy interesante |
La escritora argentina Ariana Harwicz encarna una actitud y una escritura nada convencional, incómoda al receptor, al lector. Sus cuatro novelas y dos ensayos anteriores, así lo atestiguan. Acomete en este tercer ensayo un postulado similar, es decir, la necesidad de divergir aún pudiendo ir a contracorriente, si la propia opinión u obra así lo requiere. Y parece, según afirma Ariana, que en los tiempos actuales cada vez es más extraño pues el creador, la crítica o el arte, son más complacientes. En el primer apartado del libro, La escritura adoctrinada, la autora tratará de reflexionar sobre todo ello. "Cualquier pensador, cualquier crítico, cualquier artista afirmaba (antes) su retórica y su poética en la desobediencia. Es decir, en la resistencia a pensar de una sola manera. Pensar es poner en tensión dos cosas opuestas, a la vez. Sin embargo, por alguna razón que no logro comprender, en tiempos recientes se ha debilitado la necesidad de desobedecer". Ariana ejemplifica las «pugnas» entre Montaigne y Pascal o entre Aron y Sartre, pero en el siglo actual todo parecer indicar que todo se mueve en otro sentido, «Lo políticamente correcto es la gangrena del arte en este siglo». El libro está poblado de agudas reflexiones sobre el proceso de la escritura. Aparentemente contradictoria es la escritura y la vida, porque se necesita la soledad para escribir, pero también la escritura se nutre de la vida, «Escribir es sustraerse a la vida. Pero para escribir hay que vivir». Lo más consecuente para Ariana en relación con un artista, es asumir sus contradicciones y doble moral. En cada actividad que acomete se siente en todo momento escritora, pero curiosamente no sucede en el momento de escribir. "Extrañamente tengo conciencia de ser escritora todos los días. Lo siento cuando leo, cuando escucho música, cuando respondo a una entrevista o manejo por el campo de maíces y viñedos. Salvo cuando escribo. Cuando escribo no soy escritora, no sé qué soy, pero escritora no". El libro está poblado de referentes de escritores y escritoras. En este caso enlaza tres autoras unidas por el fuego como infortunio: Zelda Fitzgerald, que muere quemada en el psiquiátrico y se pierden sus textos, Clarice Lispector que se duerme con un cigarrillo y casi le amputan la mano con la que escribe, e Ingeborg Bachmann, muerta en un incendio en su casa por un cigarrillo mal apagado y dejando una obra inconclusa. Medita Ariana sobre los personajes de una obra dejando una serie de observaciones entre las cuales sobresale el respeto y la neutralidad del escritor, «Hay que tenerle el mismo respeto a la víctima y al victimario. / No hay que posicionarse a favor o en contra, o sería mala praxis. / Reducir las contradicciones de los personajes no es solo imposible, sino antiliterario. Igual, la literatura está llena de antiliteratura, claro está». Y siguiendo el mismo hilo de personaje víctima y verdugo, expone lo que entiende como misión de la literatura, es decir, la transgresión. "La misión de la literatura no es separar al verdugo de su víctima o juzgar quién debe ser condenado a muerte, sino transgredir". Un punto importante es que Harwicz entiende que la escritura nunca es autobiográfica aunque los hechos sean verídicos, para corroborarlo se sirve de sus referentes artísticos, el escritor Imre Kertész y el compositor Arnold Schönberg. "La escritura nunca es autobiográfica, aunque todos los hechos hayan existido, aunque la literatura sea una forma privilegiada de memoria, incluso más que la vida. Kertész dice que su composición es abstracta, hecha de signos. Su lengua es atonal, Arnold Schönberg, es tan verdad como su deportación". Critica la autora la imagen estereotipada de inocencia que se tiene de la mujer, como una visión simplista de un sistema en el que en ese sentido ella no se siente partícipe. "Qué depravación el discurso que vuelve a las mujeres inocentes por naturaleza, ovejitas sin maldad, seres sin fanatismo, ni odio, incapaces de actos macabros. Así no se las defiende ni respeta, no se hace justicia, no se consigue la igualdad y la emancipación. Pero, sobre todo, se las niega". Se ha criticado la violencia en las obras de Ariana, y según hemos leído en las reflexiones anteriores, ella respeta a los personajes, tanto verdugos como víctimas para no incurrir en una literatura impostada e igual que no se censuran las notas en los compositores, en los escritores se debiera actuar de igual modo. "Una novela no es una audiencia judicial. No es una sentencia. Pensar moralmente a los personajes es como si Beethoven hubiera censurado una nota de su sonata por exceso de sensualidad". Ahondando en lo anterior, la neutralidad hacia sus personajes es la que trata de mantener la autora en sus novelas, a pesar de las propias fluctuaciones de personalidad que el creador pueda tener. "Escribir una novela es lo más parecido a ser abogado del diablo. Abogado del acusado y del inocente, a la vez. Escribir es un ejercicio de paranoia extrema en el que hay que ver a los enemigos de todos los bandos y a los asesinos encubiertos". Ariana trata de mirar desde el punto de vista del personaje, incluso si está muerto trata de ponerse en su lugar. Se sirve apropiadamente de citas de Ibsen y Melville. "Toda novela es un proceso contra uno mismo. «Escribir es siempre juzgarse a sí mismo —decía Ibsen—, una empresa de demolición.» Solo pudiendo morir, ver exactamente lo que ve un muerto, se llega a la escritura. «Volver a la superficie con los ojos ensangrentados», decía Melville". Entre los músicos de preferencia, nos encontramos con dos de los espíritus más libres dentro del mundo de la música clásica, el pianista canadiense Glenn Gould y el pianista ucraniano Sviatoslav Richter, con el que dice asemejarse al sentarse a escribir en libertad. "Mi posición ideal para escribir es la de Sviatoslav Richter, que se sentaba al piano como nadie, que «desmoronaba» el piano. Richter decía: «La única condición para tocar el piano es tocarlo como si nunca antes lo hubieses hecho». Esa libertad fue mucho más grande que si hubiera proclamado su oposición al régimen soviético". El segundo bloque lo conforma una serie epistolar vía email, que Ariana mantiene con el escritor y traductor chileno de ascendencia húngara, Adan Kovacsics, de ahí que nombre el bloque con la inicial y el primer apellido de ambos, AK-AH. Kovacsics ha traducido del húngaro y alemán a grandes autores, como Kafka, Karl Kraus, Stefan Zweig o Ingeborg Bachmann, entre otros, pero por quien más se interesa Harwicz es por el escritor Imre Kertész, al que ya he mencionado anteriormente. La autora se ha interesado por la relación con la música de Kertész. Adan mantuvo conversaciones con él y en ellas le manifestó su gusto por Ligeti, con el que mantuvo amistad, por Bartók, Mahler, y las operas de Wagner. También le manifestó su aprecio por los intérpretes Barenboim y András Schiff. Adan también reconoce a Ariana el negacionismo actual, «Conocer esta relación suya con la música fue también muy importante a la hora de traducirlo, en todos los sentidos: la composición, el fraseo, etc. / Sí, estamos en tiempos de negacionismo y también de imposiciones ideológicas que ciegan y promueven toda clase de negaciones…». En la respuesta de Ariana, además de otras observaciones, afirma haber ido a Berlín para ver a Barenboim interpretar a Schubert, además de la apreciación de la semejanza que observa entre un pianista y un traductor, «Siempre me pareció que un pianista era igual a un traductor» Además de escuchar con placer a Hórowitz, al que desearía que fuera su segundo padre, manifiesta Ariana el momento de angustia que atraviesa por su bloqueo en la escritura, no así en la lectura. "Estos son días de permanente angustia, estoy leyendo, pero no escribiendo, quizás provenga de ahí la falta de compensación, es muy simple a veces, escribir es apuntar, descargar, tirar. Y tampoco puedo huir del esquema neurótico, la cantinela de los escritores, muy kafkiana por otro lado, ¡ay, no puedo escribir! ¡No logro escribir!". De manera inteligente, Adan trata de tranquilizar a Ariana sobre su bloqueo, un proceso natural en el ámbito literario, «Vengo notando en tus últimos mensajes que te inquieta el no escribir. Pero es que el no escribir forma parte esencial de la literatura. Por eso se distingue del periodismo». No facilita la concentración en la escritura el habitar en París, tal como comunica la escritora a su receptor. Adan y Ariana parece que se encontrarán en Barcelona y ambos podrán conversar tranquilamente sobre todos estos temas. Lecturas enriquecedoras de Sándor Márai, Améry, Thomas Mann, «Paso mis días con Améry, si bien estoy también leyendo el diario de Sándor Márai (otro suicidado, ¡leo solo a suicidas!). Alivia la lucidez de Améry, no ceder nada, no ceder ni siquiera a ese minuto de embriaguez con la sémola azucarada en Auschwitz, pero hay redención en esa radicalidad, decía la otra Ariana. También leo a Thomas Mann, el único o el que mejor pudo soportar y sobrevivir a la guerra, ¿no? No sucumbió como otros exiliados, Zweig, etc.". Ariana comunica a Adan una próxima charla sobre Imre junto a Dóra Bakucz en la Universidad de Budapest, «Me preguntaba si algún día, quizás, podríamos caminar juntos, los tres en Budapest, recorrer el barrio de Imre, o tus librerías, tus calles, la universidad, la ópera, sería un sueño..» Adan informa en su respuesta sobre una visita con su pareja hace unos años, «Me alegran mucho tus noticias, ¡que estés en el paisaje de la escritura es extraordinario! ¡Y que te vaya muy bien en Pécs! Sí, estuvimos Cristina y yo hace unos años allí y fuimos muy felices, visitamos el Barrio Cultural Zsolnay, que es muy bonito, una antigua y famosa fábrica de porcelanas y cerámicas, lo que se ve son las sombras de una época de esplendor, pero eso es bueno, aferrarse a las sombras». Comunica al traductor su ubicación en el campo, lejos de la ciudad, lo que puede facilitar su desbloqueo literario. "Hoy es un día importante para mí porque empieza la jornada campestre, quiero ser optimista, pensar que acá encontraré cómo sumergirme, cómo «no escribir escribiendo», cómo seguir la vía de la música, siempre tengo esta imagen del flautista de Hamelín, ese desconocido que los libró de la peste de las ratas, ese desconocido al que hay que seguir para escribir". El tercer y último bloque lo conforma El escritor aparenta ser, con subtítulo de El moribundo. Escribe algunos textos en colaboración con otras autoras, como Sol Pérez o Ariana Sáenz Espinoza. Lo abre un texto encabezado por un antidecálogo literario donde se dan cita Borges y Nietzsche. Borges dijo alguna vez que la actitud más dañina que un joven escritor se puede imponer a sí mismo es el deseo de ser moderno. Nietzsche dijo: «Hay poetas que agitan las aguas para que parezcan profundas». En el cruce de estas dos citas se encuentran encerrados grandes peligros del arte unidos por la impostura. Entre una serie de ejemplos en los que demuestra la falsa modernidad actual tendente a lo «éticamente correcto», destaco el siguiente razonamiento, «adoctrinar, educar, ideologizar. Hoy, las obras abren el paraguas y aclaran que son inclusivas, que son pro diversidad sexual, identitaria, étnica, etc. Lo que tenía de perturbador el arte en décadas anteriores es que no sabías que estabas leyendo a un antimoralista, a un libertario, a un anarquista, a un revolucionario, a una bisexual, o a un antisistema, hasta que lo leías». En los textos refleja autores a contracorriente, al escritor como un moribundo, inmerso en la belleza de la fealdad, Ponthus, Genet, Kafka, Marguerite Duras y por supuesto, Kertész,«En ese sentido, una obra que no fracasa, un texto que no fracasa, es el que accede a la poética de la paradoja y no (se) economiza el horror». En el segundo bloque, Ariana comentaba una visita próxima a Barcelona, a Vilanova i la Geltrú, allí se encontraría con Adan Kovacsics, y a él pone en valor en su faceta de traductor y acercamiento de una serie de escritores de referencia de un período convulso de Europa. "Benjamin se suicidó en el pequeño municipio de Portbou, comarca del Alto Ampurdán, no tan lejos de Vilanova i la Geltrú. Ir a Vilanova, ciudad costera que nunca antes habíamos oído nombrar, no era solamente ir a conocer al escritor y traductor Adan Kovacsics, era ir al encuentro de Imre Kertész, de Kafka, de Klemperer, de Ingeborg Bachmann, por solo citar a algunos de los escritores que como fantasmas imaginábamos reunidos bajo el sol y las palmeras de esa pequeña ciudad. También era convocar a Kovacsics como testigo y passeur del legado literario y filosófico de una Europa en destrucción". La ensayista critica la superficialidad de un buen número de escritores que sólo están pendientes de su imagen, de su ego. "Hoy los escritores son personajes que se componen para ser vistos, no ya una política de autor, un nombre de guerra, una cruzada. Ya no solo se exhibe la firma de contratos y el personaje del escritor se fabrica con gestualidades externas, tics, estribillos, sino que el enemigo del escritor llegó a su propio libro y es su narcisismo". Las últimas reflexiones del libro referencian el título tan apropiado del libro, El ruido de una época. "El ruido de una época define el relato que hacen los muertos a los vivos y los muertos a los muertos, de tumba a tumba, de libro a libro. Y define a sus poetas, a sus músicos. El ruido define la sensibilidad, el estilo, el nivel de los gritos, los alaridos y soliloquios y los delirios durante el sueño. El ruido de una época define las declaraciones de pasión, sus variaciones, como un poema cien veces releído". Para Ariana, la violencia existe y la manera de respetar a los personajes, ya sean víctimas o verdugos, es describirla con un lenguaje apropiado que no se debe edulcorar. Ariana tampoco defiende que la mujer sea siempre inocente e inofensiva y ahí nos brinda entre otros, el ejemplo de Ilse Koch, que contaba en su haber con más cinco mil crímenes de prisioneros judíos de Buchenwald y Majdanek, a base de torturas medievales y con cuya piel fabricaba objetos. Muy interesante también es su correspondencia con Adan Kovacsics, donde sale a relucir la figura central del gran escritor húngaro Imre Kertész. Ilustrativos son también la serie de referentes que confluyen en el libro, muy en consonancia con su manera de pensar y sentir la creación. Nos sirven sus reflexiones para apreciar una serie de autores, autoras, donde nos cautiva su visión. Lúcido ensayo de una autora consecuente con sus ideas. Una francotiradora que no entiende de ir a la moda de las costumbres del momento, que no cree que todo tenga que ser políticamente correcto o autoinclusivo, pues al fin y al cabo ello conllevaría aplicar otro tipo de censura, como así está sucediendo en el mundo de la cultura de nuestra época. Enlace: https://queridobartleby.es/a.. + Leer más |
En este ensayo fragmentario —construido con notas, reflexiones, anécdotas, citas, recomendaciones de libros, aforismos y cartas intercambiadas con el escritor y traductor Adan Kovacsics—, tratando de entender el redundante ruido de esta época, Ariana Harwicz va desgranando reflexiones sobre la escritura y la esencia del arte. En sus páginas se escucha la melodía de su poética como escritora, de las ambigüedades que todo lo conforman (me conquistó especialmente la paradoja de que escribir es, también, y sobre todo, no escribir), del desafío de pensar y arriesgarse a expresar la propia dialéctica ante la vigente cultura de la cancelación, la (auto)censura, el pensamiento único, lo políticamente correcto y la uniforme audiencia. Una voz que observa desde los márgenes, cuestiona y deja repiquetear a las curiosas y díscolas ideas. Una voz comprometida con su obra y con su época desde sus propios ruidos y silencios. ¡Amo su música! |
Me ha costado mucho entrar en esta historia y mucho más me ha costado terminarla. Si tengo que decir porque no me ha gustado creo que, ha sido por la sensación desagradable que he sentido al leerlo. Aunque, si esa era la intención de la autora, conmigo ha cumplido notablemente su objetivo. Este librito, solo tiene 100 páginas, nos cuenta la relación complicada y un tanto enfermiza entre una madre y una hija. En sus pocas páginas nos habla de la sexualidad, de la obsesión hacia los hombres, la venganza y los vínculos familiares. Lo hace entrelazando escenas breves de una forma arrolladora. En cuanto al estilo, es poético, diferente y atrayente, pero a la vez duro, difícil y para mi gusto desagradable y violento. Había leído muy buenas críticas sobre este libro y sobre la autora en particular, pero, definitivamente, ni lo uno ni lo otro han sido de mi gusto. |
La trilogía de Ariana Harwicz (Matate, amor, La débil Mental, y Precoz) es sin duda de lo más arriesgado y potente de la narrativa latinoamericana actual. Una voz femenina desgarrada y cínica frente a temas tan escabrosos y difíciles (también por manidos) como el de la maternidad. El ritmo le dota al lenguaje de una violencia que se sostiene y no da tregua.
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La débil mental es la continuación de una trilogía no planeada en la que muy posiblemente lo único que se comparta sea lo bizarro de la narrativa y la falta de miramientos ante una conducta en donde lo único que importa es saciar la libido. Debo confesar que con este libro libro tuve dificultades para terminarlo o para encontrarle sentido a la historia ya que a pesar de ser mucho más corto que 'Matate, amor' cuenta con dos protagonistas femeninas, madre e hija, y nuevamente, al ser protagonistas que carecen de nombre es fácil perderse tratando de descifrar si la anécdota era sobre la hija o la madre. Lo que sí nos queda claro desde un principio es que aquí lo que va a persistir es el deseo sexual y que además de persistir, irá incrementando hasta semejarse a un volcán en ebullición. Poco importará si estas mujeres han decidido permanecer aisladas del resto de la sociedad pues su libido ha decidido otra cosa y siempre estará buscando saciarse, sin importar si es con un hombre o con un sillón. Llega un punto en el que la necesidad es tanta que se pierde la intimidad y el pudor entre madre e hija, que lo único que importa es un roce que haga vibrar al cuerpo, sin importar de quién provenga. Y claro, que sería de un libro de Ariana Harwicz sin violencia. Aquí tampoco será la excepción y seremos participes de la ambivalencia que se vive entre madre e hija. En resumen, un libro que a pesar de ser bastante corto se impone y te exige tiempo para llegar a la comprensión. Una lectura no apta para un débil mental... Enlace: https://mitijuanalectora.blo.. + Leer más |
A diferencia de Matate amor y Precoz, esta novela de Ariana Harwicz, La débil mental, tiene una cadencia y ritmo similar al de un poema largo por sus oraciones corta y por estar repleta de imágenes. Me costó engancharme pero, una vez que hice el click, no la pude soltar. Eso sí, posee la misma intensidad que las otras novelas, marca registrada de Harwicz, y un desenlace que te deja boqueando, tensa y vibrante a la vez. |
🌷 Voy a ser muy directa y sincera, al igual que Ariana Harwicz lo es. No tengo ni idea de cómo plasmar todo lo que siento al pensar en este libro. No tengo ni idea de cómo plasmar todo lo que me ha parecido esta lectura. Hace unos días compartí mi historia con La débil mental. No ha sido fácil, no lo voy a negar. Lo he intentado leer tres veces y a la tercera ha sido la vencida. Lo he conseguido terminar, sí, pero mis sentimientos son difusos y están encontrados. No tengo ni idea de cómo plasmar lo que me ha ocurrido. Podría resumir todo diciendo que este libro tiene un punto fuerte y un gran punto débil. Podría hacerlo pero sería algo muy vago y no explicaría correctamente lo que me ha pasado en realidad. Podría hacerlo pero no reflejaría ni mi opinión ni mi experiencia. Ariana Harwicz tiene una forma de narrar muy diferente y potente. Una forma de narrar que llega como un golpe inesperado, te pilla por sorpresa, te confunde, incomoda y arrolla. Una forma de narrar oscura y violenta pero a la vez sutil y poética. Esto me ha fascinado, sin ninguna duda es lo que más he disfrutado. Esto me ha fascinado y eso hace que quiera seguir ahondando en su obra, descubriendo el resto de sus historias. Esto me ha fascinado pero en el fondo sé que no ha sido suficiente. ¿Qué es lo que me ha pasado? Me ha fascinado su forma de narrar pero la historia en sí no me ha terminado de llegar. No he conseguido conectar por lo que la lectura se convirtió en una auténtica montaña rusa en la que mi interés tan pronto ascendía como descendía. Me ha fascinado su forma de narrar pero he llegado al punto final con la sensación de que se me había escapado algo, de que me había perdido algún detalle. He llegado al punto final con la sensación de que no era el final que me hubiese gustado. He llegado al punto final con la sensación de que tendría que volver a empezar, leerlo de nuevo, intentarlo una vez más a ver si así termino de conectar. Pero tal vez lo mejor sea dejarlo estar y volver a disfrutar de la narración de Harwicz en otra de sus historias. Enlace: https://www.instagram.com/re.. + Leer más |
Muy buena novela. Hay una madre, una hija, una obsesión multifacética por el horror. El lenguaje intenta poner la experiencia en palabras. Fracasa, pero no deja de intentarlo. Hay felicidad en ese fracaso. Creo que lo interesante de esta novela es la identificación de la voz narrativa. La empatía con esa voz puede ser tan traumática como reveladora. Su semántica está rota, su sintaxis está rota. Es una iluminación estética. Sin embargo, pienso que aparecen unas pocas fisuras. ¿Hay un algoritmo premeditado que regula esa voz oracular? Si lo hubiera, no sería del todo oracular sino un ornamento exógeno. Si esa voz poética dice frutillas, es raro que también diga fresas.
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Muy buena novela. No solo está bien escrita, sino que tiene sentido. Su estética es dionisíaca. Harwicz escribe literatura hardcore, sin concesiones ornamentales. Su voz narrativa su sitúa en un segmento de la subjetividad que no es del todo consciente ni pertenece al inconsciente inefable. Harwicz le pone palabras a múltiples registros subjetivos que no tienen palabras. El resultado es una narración cruda, cortada, poética, atroz. Las frases fluyen de manera lírica, se aproximan al idiolecto pero nunca se escapan del todo al significado. Hay escenas que parecen normales de una pareja joven con un hijo pequeño viviendo en el campo. El infierno de la convivencia, los sobreentendidos, los malentendidos, las miserias humanas, las epifanías, todo tiene su registro en esta novela. Creo que hay dos polos narrativos en Matate: un ciervo en fuga que transforma al mirar y un episodio psiquiátrico de gente que mira sin poder transformar nada. El ciervo y la locura parece que son metáforas de la insuficiencia. Ninguna redime, el desgarro del lenguaje es insalvable. Matate es un cuaderno de bitácora lleno de paranoia, de poesía, de rebelión contra el fracaso de las palabras. Es un registro de viaje que puede ser entendido como una apología de la literatura, a pesar de todo.
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La obra, en la que la maternidad se cruza con la locura en un pueblo de la Francia rural, llegará a la pantalla grande con el título de la traducción al inglés: "Die, my love"; y la actuación protagónica de Jennifer Lawrence.
Enlace: https://www.telam.com.ar/not.. |
Gregorio Samsa es un ...