Antonio Gala
Jimena: “Ser para siempre el despojo de un héroe para que el héroe lo pueda seguir siendo”.
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Antonio Gala
Jimena: “Ser para siempre el despojo de un héroe para que el héroe lo pueda seguir siendo”.
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Anillos para una dama de Antonio Gala
Jimena: Que me dejen salir de la Historia, Dios mío, y esconderme en el último rincón.
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Noviembre y un poco de yerba. Petra Regalada de Antonio Gala
Paula: No se bromea con un juego. Se peude bromear con muchas cosas. Hasta con la muerte se puede bromear. Pero no con el juego, porque entonces... no hay juego. (Noviembre y un poco de yerba)
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Las Cítaras Colgadas De Los Árboles. ¿Por Qué Corres, Ulises? de Antonio Gala
Porque el amor se agota. A fuerza de impertinencias,,de menudas protestas, de caras largas, de amor propio, de celos intempestivos...
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Las Cítaras Colgadas De Los Árboles. ¿Por Qué Corres, Ulises? de Antonio Gala
Helena fue una puta pasada de moda. Menelao, un cornudo consentido. Clitemnestra una perra salida, a la que su marido no dejaba contenta. Agamenón, un impotente que se distraía jugando a los soldados...
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Las Cítaras Colgadas De Los Árboles. ¿Por Qué Corres, Ulises? de Antonio Gala
Todos tenemos nuestra odisea, Ulises. La odisea no es ir de isla en isla, camino de la nuestra, sino de persona en persona, camino de nosotros... Sí, en el fondo sabes que siempre se acaba en donde se empezó, ¿por qué corres, Ulises?
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Poemas de amor de Antonio Gala
Dile a la muerte, amor, que no me olvide; que tengo el corazón ya bien dispuesto, y previstos, al fin, palabras y gesto con que de tí mi cuerpo se despide. La vida, sólo en vida, no se mide; ni la pasión, en dulce manifiesto. Vida y amor no mueren: sobre el resto es un azar nocturno quien decide. Yo no soy sino aquello que persigo: una lluvia de mayo en tu mejilla, tu fuego en paz, tu bienestar de trigo. Qué vida, tras la muerte, tan sencilla: yo, ensimismado, transcurrir contigo de un sueño a otro, de una a otra orilla. |
El manuscrito carmesí de Antonio Gala
Porque la verdadera felicidad no está en tener, amigo mío, sino en ser y en no necesitar.
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El manuscrito carmesí de Antonio Gala
Quizá no aprendí a distinguir entre el mentiroso y el prudente.
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El manuscrito carmesí de Antonio Gala
El destino es quien manda; por eso respeto y comprendo a quienes lo cumplen sin rebelarse.
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El manuscrito carmesí de Antonio Gala
Con lentitud se amplía el naranja del horizonte. El extremo Norte se acerca, verdeando también con implacable delicadeza. Pero el Occidente continúa opaco, mientras el púrpura asciende al amarillo. A partir de un punto muy concreto empieza a dorarse la última raya de este mundo.
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Las Afueras de Dios de Antonio Gala
Un náufrago ahogándose en el mar es más grande que el mar, porque el náufrago sabe que se muere, y el mar no sabe que lo mata. Ahí está la tragedia del hombre y su magnificencia: ser esperanzada y desesperadamente él mismo, contra los otros a menudo, pero también en beneficio de ellos.
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Las Afueras de Dios de Antonio Gala
La divinidad no está en la omnipotencia, ni en la eternidad, ni en la inmutabilidad: ser Dios quizá consista en ser hombre hasta las últimas y mejores consecuencias: la creación no está acabada.
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Las Afueras de Dios de Antonio Gala
Ama la compañía, porque te multiplica, y ama la soledad porque te engrandece. Avanzarás entre las dos para encontrarte contigo mismo y con los otros. Pero no ames la compañía de manera que te aleje de ti, ni ames la soledad de manera que te aleje del mundo, de este mundo tuyo que te correspondió, para refugiarte en otros pasados o futuros. Y ten la seguridad de que la muerte no es liberadora ni contenedora: es sólo la consecuencia de tu vida.
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Las Afueras de Dios de Antonio Gala
Tenemos la obsesión por la certeza y su posesión en exclusiva. La sabiduría es la perplejidad y la duda. La plenitud no es nunca ególatra ni excluyente, y la técnica no conduce a plenitud alguna. Eso es tarea de la vida, y a vida es el arte de lo imposible: va contra le entropía… Y además lo imposible es Dios.
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Las Afueras de Dios de Antonio Gala
Para empezar a descubrirte a tu mismo hace falta profundidad, soledad y retiro. Quien se conoce a sí mismo, conoce todas las cosas y todas las respuestas… Si no creo en mi, ¿cómo puedo creer en Dios o en ti? Yo debo estar convencida de que no sólo soy un accidente producido por unos gestos de mi padre y de mi madre, sino algo superior, alguien que porta un encargo que cumplir… Hay que ser optimista y saltar por encima de lo que vemos. Si el mundo fuese sólo lo que los ojos columbran o lo que entiende la inteligencia, peligraría el futuro, más aún, sería una experiencia aterradora… Por eso hay que recuperar una nueva inocencia para no tener que apoyarse siempre en el pensamiento, ni en la necesidad, ni en la posesión, para vivir.
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Las Afueras de Dios de Antonio Gala
El olvido no existe, pero tampoco la constante presencia. Hay que apoyar o deshacer recuerdos con recuerdos.
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Las Afueras de Dios de Antonio Gala
Los viejos viven de recuerdos, se dice; en los viejos retrocede la esperanza, se dice. Pero hay un bien que se niega a los jóvenes: el agridulce bien de la nostalgia. Ellos han disfrutado de tiempo suficiente para lograr aún aquello que luego tendrán que echar de menos. En sus almas no cabe el sutil sentimiento de girar la mirada a lo que se tuvo y no se tiene. Es el envenenador de la memoria, con sus tóxicos…
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Las Afueras de Dios de Antonio Gala
Igual que el adolescente en anciano es, a su modo, narcisista: vive en la incertidumbre y tiende a replegarse sobre sí mismo, más acaso cuanto más intensa fue su armadura. El adolescente tiene la vida ante sí, y el otro tras de sí, pero ambos se enfrentan con rápidas transformaciones de su físico. Se produce una crisis de identidad. (…) En cuanto a su sentimiento de inutilidad, es otra fuente de horrores, porque súbita o progresivamente desaparecen gran parte de su autoconocimiento y del sentido que tuvo su vida.
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Las Afueras de Dios de Antonio Gala
Carga su fuerza en lo importante. Y te sorprenden de ellos, es decir, de nosotros, dos cosas: su falta de prisa, como si dispusiesen de todo el tiempo que tendrían los jóvenes si no tuviesen tanto; y también su prosa, tan impaciente como la de los niños: no saben si van a llegar a la primera comunión del nieto, pero ya le han comprado la medalla… No lo olvides nunca: la tristeza o es misericordiosa o no sirve de nada. Tienen derecho a recluirse en sí mismos, quizá están haciendo balance de su vida. ¿Cómo va a chocar que algunos se nieguen a asistir a las fiestas? Les recuerdan quizá demasiado lo perdido. Y son las fiestas las que están a su servicio, no al revés: no ha de obligársele a asistir a ellas.
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¿Quién escribió la saga?