Las Afueras de Dios de Antonio Gala
Carga su fuerza en lo importante. Y te sorprenden de ellos, es decir, de nosotros, dos cosas: su falta de prisa, como si dispusiesen de todo el tiempo que tendrían los jóvenes si no tuviesen tanto; y también su prosa, tan impaciente como la de los niños: no saben si van a llegar a la primera comunión del nieto, pero ya le han comprado la medalla… No lo olvides nunca: la tristeza o es misericordiosa o no sirve de nada. Tienen derecho a recluirse en sí mismos, quizá están haciendo balance de su vida. ¿Cómo va a chocar que algunos se nieguen a asistir a las fiestas? Les recuerdan quizá demasiado lo perdido. Y son las fiestas las que están a su servicio, no al revés: no ha de obligársele a asistir a ellas.
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