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Un mundo helado de Naomi Novik
No sabía qué era lo que sentía, de qué sentimiento surgían aquellas palabras. De la furia, creo yo. No recordaba haber estado furiosa nunca. La furia siempre me había parecido inútil, como un perro que no deja de dar vueltas tratando de morderse el rabo. ¿De qué servía estar furiosa con mi padre, con mi madrastra, o con los sirvientes que eran descorteses conmigo? La gente se enfurecía a veces con el tiempo que hacía, también, o cuando se golpeaban un dedo del pie contra una piedra o se cortaban en la mano con un cuchillo, como si aquel objeto se lo hubiera hecho a propósito. Todo aquello me resultaba igualmente inútil. La furia era un fuego en una chimenea, y yo nunca había tenido ninguna leña que quemar. Hasta ahora, cualquiera diría.
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Una educación mortal de Naomi Novik
La esperanza infunde valor a cualquiera, sobre todo si es otro el que va a lidiar con el problema.
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Una educación mortal de Naomi Novik
Me había acostumbrado a convivir con mis niveles habituales de amargura y desdicha, a agachar la cabeza y a soportar cualquier cosa. Estar contenta me descolocaba casi tanto como estar cabreada.
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Una educación mortal de Naomi Novik
Siempre me había preocupado por que mi dignidad no sufriera ni un rasguño, aunque la dignidad no importaba una mierda cuando los monstruos bajo la cama existen de verdad. La dignidad era lo que tenía en lugar de amigos.
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Una educación mortal de Naomi Novik
Creo que después de que una persona tome cierto número de elecciones malvadas, no es descabellado llegar a la conclusión de que esa misma persona es malvada y no debería tener la oportunidad de tomar más decisiones. Y cuanto más poder tiene alguien, menos permisivos deberíamos ser.
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Una educación mortal de Naomi Novik
Es demasiado sencillo tildar a alguien de malvado en vez de a sus elecciones, y eso permite que la gente justifique sus actos de maldad, ya que se convencen a sí mismo de que no pasa nada porque dentro de su propia cabeza siguen siendo, en términos generales, buenas personas.
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Una educación mortal de Naomi Novik
La verdad es que me había gustado mucho pasar media hora tres veces al día tomándome un respiro, fingiendo ser igual que el resto, no una chica superpopular como las que forman parte de los enclaves, sino alguien que consigue una buena mesa y con la que los demás se sientan después de que haya comprobado que no hay ningún peligro en vez de largarse en la dirección contraria.
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Una educación mortal de Naomi Novik
Durante los últimos tres años, he tenido que pensar y trazar planes para sobrevivir a cada una de las comidas del colegio, y ya me he cansado, igual que me he cansado de todos ellos, que me odian porque sí, sin ningún motivo. Nunca les he hecho daño. Me he encerrado a mí misma y tirado la llave, y me he deslomado para evitar lastimarlos. Es agotador, todo este colegio es agotador.
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Una educación mortal de Naomi Novik
Decidí que Orion debía morir cuando me salvó la vida por segunda vez. Hasta entonces su existencia me había sido bastante indiferente, pero una tiene sus límites.
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Un mundo helado de Naomi Novik
La verdadera historia no es la mitad de bonita de lo que te han contado.
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Un cuento oscuro de Naomi Novik
¡No quiero más sensatez! No si la "sensatez" significa que no querré a nadie. ¿Qué hay, aparte de la gente, a lo que merezca la pena aferrarse?
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Un mundo helado de Naomi Novik
La verdadera historia no es ni la mitad de bonita de lo que te han contado.
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Un mundo helado de Naomi Novik
—Bueno, parece que mi hija sí que es capaz de convertir la plata en oro —reconoció casi con impotencia, me puso la mano en la cabeza y me hizo una caricia, como si lo lamentase en lugar de estar orgulloso.
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Un mundo helado de Naomi Novik
Estaría a salvo durante un momento, otro instante más; la vida entera no estaba hecha sino de momentos, al fin y al cabo.
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Un cuento oscuro de Naomi Novik
"¡𝗡𝗼 𝗾𝘂𝗶𝗲𝗿𝗼 𝗺𝗮́𝘀 𝘀𝗲𝗻𝘀𝗮𝘁𝗲𝘇! 𝗡𝗼 𝘀𝗶 𝗲𝗹𝗹𝗼 𝘀𝗶𝗴𝗻𝗶𝗳𝗶𝗰𝗮 𝗾𝘂𝗲 𝗻𝗼 𝗾𝘂𝗲𝗿𝗿𝗲́ 𝗮 𝗻𝗮𝗱𝗶𝗲. ¿𝗤𝘂𝗲́ 𝗵𝗮𝘆, 𝗮𝗽𝗮𝗿𝘁𝗲 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝗴𝗲𝗻𝘁𝗲, 𝗮 𝗹𝗼 𝗾𝘂𝗲 𝗺𝗲𝗿𝗲𝘇𝗰𝗮 𝗹𝗮 𝗽𝗲𝗻𝗮 𝗮𝗳𝗲𝗿𝗿𝗮𝗿𝘀𝗲?"
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El dragón de Su Majestad de Naomi Novik
«—No, Laurence, no puedo prometerte tal cosa. Lo siento, pero no te voy a mentir. No podía haberte dejado caer. Tal vez valores sus vidas más que la tuya, pero yo no, ya que tú eres más valioso para mí que todos los demás. No te obedeceré en tal caso. Y en lo que se refiere al deber no me preocupa mucho el concepto, ya que cuanto más sé de él, menos me interesa».
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El dragón de Su Majestad de Naomi Novik
«—No conozco al rey, y no le pertenezco como si fuera una oveja —contestó Temerario—. Si le pertenezco a alguien, es a ti, y tú a mí. No voy a quedarme en Escocia si eres desgraciado allí».
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El dragón de Su Majestad de Naomi Novik
«—Permitiré que alguien me monte si deseas volver a tu barco —aseguró Temerario—, pero a él no, por haberme mentido. No te obligaré a quedarte. Laurence se quedó petrificado durante unos instantes con las manos aún en la cabeza de Temerario y el cálido aliento del dragón envolviéndole. —No, compañero —repuso al fin en voz baja, consciente de que no decía más que la verdad—. Te prefiero a ti antes que a cualquier nave de la Armada». |
Un cuento oscuro de Naomi Novik
Pero en su rostro había algo antinatural: unas líneas en la comisura de sus ojos, como si estuviera fuera del alcance de los años, pero sí los hubiera vivido.
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El retrato de Dorian Gray