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«Leer no es una virtud; pero leer bien es un arte, un arte que sólo el lector nato puede adquirir.» Leer a Wharton casi siempre es un placer (sí, sus dos obras más conocidas son las que menos me gustan; es más, tengo un verdadero problema con La casa de la alegría). Leerla hablando de esos lectores "por obligación", que leen lo que "debe ser leído" porque es la moda, porque todo el mundo habla de ello, porque es "de obligada lectura", porque hemos de tener una opinión al respecto es un verdadero placer. Ves físicamente sentada delante de ti a esa persona que lee sin acabar de comprender el sentido de lo que lee, sin dejarse empapar por las palabras y los sentimientos que arrullan a otros, simplemente pasando las páginas para poder "marcarse un tanto" con una acerada crítica que -a día de hoy- puede estar copiada de cualquier blog de la red. Hay libritos que, como los buenos perfumes, vienen en frascos pequeñitos. Ese es el caso de esta colección de Olañeta 😍 |
Nacida en el seno de una rica familia de Nueva York, la popularidad y el respeto de sus pares, a ambos lados del Atlántico, no bastaron para que los académicos suecos tuvieran en cuenta a Edith Wharton (1862-1937) para otorgarle el Premio Nobel.
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