Cuando llegué estaba todo en calma, como si fuera domingo, hacía calor y brillaba el sol; los esclavos se habían ido a los campos y no se oía más que ese zumbido de los insectos y las moscas en el aire que le hace a uno sentir tan solo como si todo el mundo se hubiera muerto y desaparecido, y si sopla una brisa y hace temblar las hojas, se siente uno triste porque es como si fueran los espíritus que dicen algo, unos espíritus que llevan muertos muchos años, y siempre piensas que están hablando de ti. En general, le dan a uno ganas de estar muerto, y de haber acabado con todo.
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