¡Gran Señor! ¡Solo tú has oído y conoces las sencillas pero apasionadas y desesperadas súplicas de la ignorancia, del arrepentimiento confuso y del sufrimiento que se han elevado hasta ti desde este horrible lugar de muerte
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¡Gran Señor! ¡Solo tú has oído y conoces las sencillas pero apasionadas y desesperadas súplicas de la ignorancia, del arrepentimiento confuso y del sufrimiento que se han elevado hasta ti desde este horrible lugar de muerte
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¡Señor! ¿Seré un cobarde, un infame, ruin e insignificante cobarde? ¿Será verdad que por la patria, por el zar, por quien gustosamente soñaba morir hace tan poco, no puedo morir con honra? ¡No! ¡Soy un ser infeliz, miserable!
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Los que son inteligentes aprovechan una pequeña herida para vivir en el hospital. Es lo mejor que se puede hacer
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En realidad, habría sido un héroe si se hubiera trasladado directamente de P. a los bastiones, pero ahora necesitaría un gran sufrimiento moral para convertirse en esa persona tranquila, tenaz en em trabajo y en el peligro que estamos acostumbrados a ver en el oficial ruso
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¿Dónde esrá en este relato el rostro del mal que se debe evitar? ¿Dónde el tostro de la bondad al que debemos imitar? ¿Quién es el malvado? ¿Quién es el héror? Todos son buenos y todos son malos
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En el bulevar estaban también el capitán Zóbov, quien hablaba muy alto, el capitán Obzhógov, con aspecto desaliñado, un capitán de artillería que no adulaba a nadie, un cadete felizmente enamorado y las mismas personas del día anterior, con su misma eterna tendencia a la mentira, la soberbia y la frivolidad
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Me gusta cuando llaman monstruo a un conquistador que, debido a su ambición, destruye a millones de seres. Pero preguntemos abiertamente al alférez Petrushov o al subteniente Antónov o a otros: todos ellos son pequeños Napoleones, pequeños monstruos dispuestos ahora mismo a empezar la batalla, a matar a cientos de personas solo para recubir una estrella inútil o un tercio de la paga
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Es el alma que parte. ¿Qué habrá allí? ¡Señor! Acoge mi alma con paz. Lo único que me resulta extraño es que mientras muero oiga tan claro los pasos de los soldados y los disparos
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Me he acostumbrado tanto a las bombas que estoy seguro de que en Rusia, cuando contemple una noche estrellada, pensaré que todo son bombas
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Sin duda me matarán, siento que me matarán, pero alguien debe ir, la compañía no puede quedarse al mando de un alférez; y, si algo ocurriera, de ello depende el honor del regimiento, el honor del ejército
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Es un poema épico griego compuesto por 24 cantos, atribuido al poeta griego Homero. Narra la vuelta a casa, tras la guerra de Troya, del héroe griego Ulises