El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes

Con uno de los mejores inicios leídos hasta el momento, me quedé atrapada a esta lectura desde el primer instante. En tan solo cuatro líneas me provocó estupor, horror, desconcierto y rechazo. Las palabras que Aleksy, el narrador adolescente, le dedica a su madre hielan la sangre. El odio, el asco, el rencor y las ganas de matarla conmueven por su crudeza, rompen los esquemas de toda relación materno filial y nos ponen alerta para descubrir qué ha podido llevarlos a ese punto de toxicidad.

Pronto vamos descubriendo los motivos que han llevado a la madre a no saber querer a su hijo, a no saber mostrarle afecto, a no cuidarlo como es debido. Aunque lo sabremos a través de la voz narrativa del hijo, que por recomendación psiquiátrica debe rememorar el verano que pasó con su madre en un pueblo francés. Un verano del que todavía no ha podido salir. Una voz poco fiable, distorsionada por el dolor, el odio y la salud mental.

Madre e hijo, dos personajes desgraciados y solitarios, hundidos en su propia miseria y en su propio dolor, dos personajes a los que les sangran las heridas y la distancia entre ellos se abre como un abismo. Pero la certeza de que éste será el último verano que podrán pasar juntos les ablandará el alma y les regalará la oportunidad de acercarse el uno al otro, de conocerse, de comprender, de entender, de volver a empezar aprendiendo juntos a quererse de nuevo.

Y como si de una carrera se tratara intentarán recuperar el tiempo perdido, arañando cada minuto, implorando al reloj para que se pare y les deje disfrutar de todo lo no vivido. Y esa transformación será maravillosa. Convertirá el odio en ternura, la rabia en cariño, el horror en belleza y la enfermedad en bendición. Porque habrá válido más la pena perderla habiendo podido recuperarla, que seguir teniéndola rodeada de rencor. Una nueva versión de los dos renacerá para sanar las heridas del pasado, comprender y perdonar. Pero a veces lo más difícil es olvidar, no basta con entender, el daño está hecho.

La escritura de Tibuleac me dejó impresionada con la lectura de El jardín de vidrio, su segunda novela, pero no llegué a conectar con la historia y su estructura caleidoscópica. Esta vez sí me ha conquistado del todo. Su estilo directo, desgarrador, descarnado y a la vez lleno de belleza y lirismo hacen de su escritura algo único. ¿Cómo puede haber tanta hermosura y tanta poesía en palabras tan rotundas, despiadadas y desagradables? ¿Cómo en tan poco se puede transmitir tanto? Sublime. Una joya que ya huele a clásico y lo consigue en su primera novela. Magistral. Puro arte. Una lectura imprescindible.

El verano que mi madre tuvo los ojos verdes, de Tatiana Tîbuleac. Una lectura apasionante de @editorial_impedimenta
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Cuando este libro cayó en mis manos, no conocía a la autora y el título me resultaba bastante extraño; pero lo abrí y empecé a leerlo sin saber ni sinopsis ni opiniones de otros lectores... y su primera frase me enganchó, dice así:
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"Aquella mañana en que la odiaba más que nunca, mi madre cumplió 39 años. Era bajita y gorda, tonta y fea. Era la madre más inútil que haya existido jamás"... ¡brutal! ¿o no?
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La razón de ser del título la deduciremos al segundo o tercer capítulo porque vamos viendo como la imagen que el chaval protagonista de la historia (y narrador de la misma) tiene sobre su madre irá cambiando y unos ojos, que comienzan teniendo un color parecido a la 💩, acaban siendo ojos de tonos verdosos.
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Ha sido una lectura que me ha dolido por momentos pero que no me ha hecho llorar.
Golpea pero avanza y tú, como lector/a lo haces también.
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Si vas a leerla no busques sinopsis, sumérgete en ella sin saber apenas nada. Sé consciente sólo de esto: lo narra un hijo que ha sufrido porque cree que su madre no lo ha querido munca y que habla de ella con una seriedad demoledora.
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Un relato reflexivo, desgarrador, duro que te mueve por dentro, escrito con una prosa hermosa, intimista que se centra en una relación materno- filial (imperfecta) que nos habla de amor, odio, perdón, redención, reconciliación. Una relación que ha pasado por perdidas, violencia domestica, alcoholismo, frustraciones, desamor que dejan huellas profundas en Aleksy, el protagonista de la historia un personaje muy humano que te desarma a medida que lees su historia, nos muestra que no somos perfectos que cometemos errores que marcan a los seres que mas queremos, que tenemos que tener la madures para rectificar, y buscar ese espacio para la redención y sanar para continuar, me conmovió, lo recomiendo.

Una lectura intimista, cercana, intensa, dirigida con acierto desde el comienzo con un lenguaje y un tono duro, critico y directo. Narra el ultimo verano de un pintor que vive junto a su madre siendo un adolescente. Con graves problemas mentales, difícil capacidad de autocontrol y muy disruptivo. ninguneado por una madre que es victima de una relación de pareja dañina y tóxica quien no es capaz de ejercer como tal. Esto es, una relación maternofilial que a penas existe, un hijo quien hacia su madre solo tiene palabras de reproche y a quien identifica como el origen de todos su males.



La autora va descubriendo esa relación entre madre e hijo, dañina y dolorosa pero en la que existe un ápice de nostalgia hacia ese vínculo que no saben si llegó a existir y esa esperanza de creer que aún están a tiempo de rescatar un mínimo de ternura y de apego entre ambos. En definitiva una historia de amor entre madre e hijo que ni ellos mismos saben edificar hasta que se ven inmersos en un momento vital de crucial desenlace. Una historia de perdón y de rendición.



Es llamativo el estilo narrativo de la autora, sin tapujos, abriendo interrogantes durante la lectura que ansias encontrar respuesta, ágil e intensa de principio a fin. En la que quizás en ciertas tramas se queda a medio camino, pudiendo exprimirla mas. Aún habiendo disfrutado de su lectura creo que quizás en otro momento la hubiera valorado mejor. de todas formas, la recomiendo sin lugar a dudas.

Nota: 8
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Lo primero que me llamó la atención de este libro fue que está escrito por mi tocaya y que la madre a la que nombra en el título tuvo los ojos verdes en mi estación favorita del año, así que como si se tratase de una señal inequívoca, lo anoté en mi lista de próximas lecturas sin leer más reseña que esa.

Me lo regalaron este verano - para mi cumpleaños - y con él reviví esa sensación tan extraña y hermosa que producen los libros cuando te encuentran para atraparte y removerte.

Me lo comí prácticamente de una sentada, y aunque la crudeza con la que está narrado me dio dolor de estómago al principio, no tardé en comprender la universalidad del dolor, el rencor, la rabia y la tristeza que impregna el mundo de Aleksy y su madre.

En esta obra de Țîbuleac, madre e hijo viajan a un pueblecito francés para vivir un verano revelador, intenso e irrepetible que el protagonista rememorará en primera persona para tratar de hacer frente al bloqueo artístico que sufre. ¿Cómo superar la culpa, el rechazo, el odio y el desprecio que se han gestado gota a gota dentro de un ser humano convirtiéndose en parte de su identidad?

De pronto, algo inevitable consigue que ese sea – irremediablemente - el verano en el que su madre tuvo los ojos verdes, y a mí me encantó despedir el verano así, en la tierna visceralidad que encarna una de mis lecturas favoritas de 2022.
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Te he querido Alesky, te he querido como he podido.

Opera prima de esta escritora que ha recibido los siguientes premios:
Premio de la Unión de Escritores de Moldavia, el Observator Cultural y el Lyceum. En España el Premio de Librerías Cegal y Librerías Cálamo.

Narrada en primera persona contiene una fuerza narrativa muy emotiva y cruel que encontraréis colmada de una prosa poética impresionante.

La novela es un recuerdo, quizás del último verano. Se inicia esta historia con un adolescente que odia a su madre por encima de todas las cosas. La odia con tal intensidad que desea su muerte. Las primeras páginas son crueles y despiadadas, muestran con claridad los sentimientos del narrador hacia la madre y no escatima en insultos y frases hirientes.
El entorno familiar tampoco es que ayude mucho para conseguir que el chico se sienta querido de alguna manera, así que el percal de familia que le rodea no es como para organizar veladas familiares.

En la evolución de ese verano del que habla ya el título iremos de la mano de Aleksy gestionando imprevistos, algunos difíciles de digerir, y reconciliandose con una madre desconocida para el.
La oscuridad, la violencia, la enfermedad, la desesperanza e incluso las ideas de suicidio forman parte importante de cada página pero por suerte de vez en cuando un rayo de luz inavde cada línea y aviva esperanzas.

🔸Mi pero es que deja cosas muy en el aire, imagino que lo hace a propósito porque su intención sea enfocar la atención en la relación materno filial. El odio, el amor, el rencor y las emociones con las que el protagonista tiene que lidiar. En definitiva se centra en la infancia de Alesky, en su enfermedad y en el verano que todo cambió.

Novela de Tatiana Tîbuleac, escritora, periodista y traductora moldava-rumana.
Publicado por Editorial Impedimenta en 2016, Tatiana remueve nuestras tripas con este relato incómodo que te atrapa desde el principio y que va evolucionando a la vez que el personaje principal.
Trata temas incómodos como los trastornos psiquiátricos, la enfermedad, el odio, la muerte..., pero desde un punto de vista poético.
Los principales personajes evolucionan juntos durante un verano inesperado pero perfectamente planificado por parte de uno de ellos, que se convierte en una despedida y en una explicación de toda una vida incomprendida por la otra parte.
Contado en primera persona por Alesky ya adulto y con una vida trazada, cuenta sus sentimientos y carencias de su infancia y juventud.
Relato duro que deja al lector reflexionando sobre los silencios de la vida que dan lugar a malas interpretaciones donde el amor nunca se fue.

En “El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes” nos encontramos la compleja historia sobre la relación entre una madre y su hijo. Es una historia cargadas de sentimientos, rencores y odios; pero a la vez una llamada al perdón y a la reconciliación.
Se trata de una relectura, ya que el año pasado ya lo leí. Pero surgió la oportunidad de releerlo para una lectura conjunta y no quería perderme la ocasión de poder comentarlo con mis compañeros. Es un libro bastante duro que tienes que leer en un momento anímico bueno porque puede llegar a espachurrarte el corazón.
Nos encontramos a una madre y a un hijo con una relación prácticamente rota, donde los reproches y el odio son el pan de cada día. Pero durante ese verano las cosas cambiaran.
La narración creo que está concebida para leerse bastante rápido, tiene capítulos cortos escritos como si fueran una especie de diario en primera persona, lo que hace que una vez empiezas no puedes parar de leer hasta que lo terminas.
Creo que nos encontramos ante una novela que después de leer te deja reflexionando durante mucho tiempo.

Primero de todo elegí este libro por dos motivos: su nombre y su portada. Las relaciones de abuelos y nietos, y madres e hijos son una de mi debilidad en la lectura. Acerté de pleno. Pero al principio creí que no. Me enfadaba Aleksy, el narrador de la historia "¿pero porqué habla así de su madre?" pero seguí leyendo y se convirtió en un relato de amor en estado puro. Amor de madre e hijo, aunque creas que no lo es, aunque pienses que no podrían quererse nunca, al final se convierte en un relato que se va superando, que va recreando esa relación que se va transformando durante ese verano finito, ese verano que acaba en un otoño agridulce pero revelador... Revelador y esperanzador para una madre y un hijo. También es una historia del perdón. ¿Lo mejor? Todo a través de los ojos de su madre, esos que eran verdes y en los que se fijaba por primera vez Aleksy, ese es el comienzo de todo... Es un libro corto, intenso y, como casi todas las historias de Impedimenta, fuera de lo común. ¡Os lo recomiendo de verdad!

«Los ojos de mi madre eran mis historias no contadas»

Se ha hablado tanto de este libro que pocas cosas nuevas se pueden aportar a estas alturas.

Lo resumiría con una frase que una buena amiga mía me dijo cuando lo terminó, "se trata un libro muy duro y, a la vez, lleno de luz". Tenía razón.