Uno no se enamora y se lanza en picado hacia ese amor, esperando que cada día sea mejor que el anterior. Cuando uno se lanza, termina cayendo; termina golpeando el suelo. De lo que se trata es de ponerse en pie de nuevo y trepar juntos hasta la cima. Y volver a caer. Una y otra vez, hasta el final. Y no digo que darse de bruces contra el suelo no duela. O que trepar y llegar a lo más alto sea fácil. Solo digo que merece la pena volver a saltar.
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