La gente volvía la cabeza no solo ante las desgracias que ocurrían lejos porque no había nada que se pudiera hacer, sino también ante las que ocurrían cerca porque los paralizaba el terror. Podían sentir, pero la mayoría de las veces no hacían nada al respecto; podían solidarizarse, es verdad, pero también se olvidaban con facilidad. Hasta donde yo podía entenderlo, eso no estaba bien. Yo no quería vivir de esa manera. |