Era un final que no se ajustaba a las enseñanzas de mamá, pero no me disgustó. Mostraba que en este mundo no había respuestas preestablecidas.
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Era un final que no se ajustaba a las enseñanzas de mamá, pero no me disgustó. Mostraba que en este mundo no había respuestas preestablecidas.
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En realidad, nadie puede saber si una historia terminará en tragedia o comedia. Quizá sea imposible desde el principio clasificar una existencia como una u otra. La vida no hace más que fluir imparable, guardándonos toda clase de sabores.
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—¿Sabes por qué te late rápido el corazón? —preguntó Dora. —No. —Porque estoy muy cerca de ti y tu corazón aplaude de alegría. —Ah. |
Las estanterías vacías parecían decirme que pronto se cerraría una etapa de mi vida. Apagué las luces y aspiré con fuerza el aire. Era el mismo olor a libros viejos de siempre, pero había algo más. De pronto, relumbró una chispa en mi corazón. Me nació un deseo irreprimible de aprender a leer entre líneas y de comprender los mensajes que querían transmitir aquellos autores. Quería conocer a muchas personas, compartir charlas profundas con ellas y llegar a saber algún día cuál era la esencia del ser humano. |
Dora me mostró las flores y su aroma, el viento y los sueños. Fue como si escuchara una canción por primera vez. Ella sabe entonar de un modo muy distinto las melodías que todos conocemos.
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Mi cabeza era un desastre, pero mi espíritu no se había corrompido gracias al calor de esas manos que habían aferrado las mías a uno y otro lado.
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—¿Cómo puedes dormir? ¿Cómo puedes levantarte e ir al colegio todos los días? ¿No te das cuenta? ¡Eran tu familia (...)! —No sé cómo, pero uno sigue viviendo. Quizá los demás tarden más, pero yo creo que también terminarían por comer y dormir algún día. Estamos hechos para seguir viviendo. |
Pero, si se piensa, los presentimientos no nacen de la nada. Los hechos que experimentamos en la vida diaria se van acumulando en el cerebro y son clasificados en condiciones y resultados. Cuando nos encontramos en una situación similar a otra ya experimentada bajo determinadas condiciones, inferimos el resultado sin darnos cuenta. En otras palabras, los presentimientos son datos que se derivan de causas muy concretas (...)
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Bastaba con que mis ojos fueran detrás de las letras. Aspirando el olor del libro, seguía lentamente con la mirada sus formas y sus trazos. Para mí era una tarea tan sagrada como la de degustar las almendras. Una vez que me parecía que las había palpado lo suficiente con los ojos, las leía en voz alta muy despacio. Las dejaba salir a través de mi garganta después de masticarlas y saborearlas durante un buen rato. Lo hacía una y otra vez hasta que me aprendía de memoria las oraciones.
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La mayoría de las veces era suficiente con que me quedara callado. Si no decía nada cuando estaba enfadado, significaba que era paciente; si no reía cuando los otros lo hacían, era serio y prudente, y si no lloraba cuando debía hacerlo, era fuerte. Sin duda alguna, el silencio valía oro. En compensación, tenía que pronunciar todo el tiempo «gracias» y «perdón», pues eran las dos palabras mágicas que me permitían resolver muchas situaciones incómodas.
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Manolito ...