(…)nadie puede saber si una historia terminará en tragedia o comedia. Quizá sea imposible desde el principio clasificar una existencia como una u otra. La vida no hace más que fluir imparable, guardándonos toda clase de sabores.
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(…)nadie puede saber si una historia terminará en tragedia o comedia. Quizá sea imposible desde el principio clasificar una existencia como una u otra. La vida no hace más que fluir imparable, guardándonos toda clase de sabores.
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Las reglas sociales que el resto de las personas adquirían de manera “instintiva” y sin ninguna dificultad, yo tenía que estudiármelas de memoria una por una.
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Me sentía cómodo sin tener que decir más que unas cuantas palabras al día. No tenía que exprimirme la cabeza buscando frases adecuadas a las situaciones en que me encontraba.
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“El amor nos hace humanos, así como su ausencia lo que nos convierte en monstruos”.
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Es lamentable, pero, cuando la tristeza es demasiado grande y no se puede hacer nada al respecto, nos dejamos dominar por pensamientos negativos.
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Cuando la gente habla de lo que le gusta, sonríe y le brillan los ojos sin querer.
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(…) procura ejercitarte con cosas alegres y bonitas. Tu cerebro es como una hoja en blanco, así que, en lo posible, llénala de cosas buenas y positivas.
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Según mi abuela, la librería era un lugar densamente poblado, en donde miles de escritores, vivos y muertos, convivían apretujados. Sin embargo, los libros permanecían en silencio. Callaban hasta que yo los abría y solo entonces contaban sus historias en voz baja y hasta donde yo quería.
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Mostraba que en este mundo no había respuestas preestablecidas. ¿No significaba eso que no siempre hacía falta responder de una manera determinada a lo que los demás decían o hacían? Puesto que todos éramos diferentes, habría alguien para quien mis reacciones «anormales» serían las correctas.
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A veces lo que abre el apetito no es tanto el sabor de la comida como el ambiente que lo rodea a uno.
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Manolito ...