Al fin y al cabo, la suerte es la culpable de muchas cosas tremendas que ocurren en el mundo.
|
Al fin y al cabo, la suerte es la culpable de muchas cosas tremendas que ocurren en el mundo.
|
El olor de los libros usados me parecía familiar y me sentí como en casa desde el primer día. Cada vez que los abría para olerlos, la abuela se burlaba preguntándome qué les encontraba de bueno a esos libros viejos y mohosos.
|
Los libros eran diferentes porque estaban llenos de espacios vacíos, no solo entre palabras, sino también entre líneas. Yo podía entrar en esos espacios para sentarme, caminar o anotar mis pensamientos. No importaba mucho si no entendía todo lo que leía. Abrir un libro en cualquier página ya era una batalla ganada a medias.
|
Los libros me transportaban en un instante a los lugares donde no podía ir, me transmitían las confesiones de personas que no conocía y me mostraban las vidas que no podía observar de cerca. También estaban repletos de sentimientos que no podía sentir y de experiencias que no había vivido.
|
En realidad, a mí no me importaba mucho lo que dijeran de mí. Del mismo modo que no podía comprender las diferencias sutiles que había entre las palabras, no me hacía ninguna mella parecer normal o anormal.
|
Uno de los síntomas de mi condición es que no sé lo que es el miedo. Si alguno piensa que deber ser muy bueno que me muestre siempre valiente, no tiene ni la más mínima idea del problema. El miedo es un método de defensa instintivo que cuida la integridad física. No saber lo que es el miedo no significa ser valiente, sino ser un idiota que se queda inmóvil cuando se le viene encima un automóvil.
|
- Mira, no siempre es bueno llegar a comprender los sentimientos. A veces pueden ser muy traicioneros. El mundo te parecería completamente diferente si los tuvieras.
|
—Será porque eres especial. La gente no soporta a los que son diferentes
|
la librería era un lugar densamente poblado, en donde miles de escritores, vivos y muertos, convivían apretujados. Sin embargo, los libros permanecían en silencio. Callaban hasta que yo los abría y solo entonces contaban sus historias en voz baja y hasta donde yo quería.
|
Los libros me transportaban en un instante a los lugares que no podía ir, me transmitían las confesiones de personas que no conocía y me mostraban las vidas que no podía observar de cerca. También estaban repletos de sentimientos que no podía sentir y de las experiencias que no había vivido
|
Manolito ...