Sea un hombre o sea más que un hombre. Sea firme con su propósito y firme como una piedra
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Sea un hombre o sea más que un hombre. Sea firme con su propósito y firme como una piedra
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¡He aquí una de mis víctimas! En su muerte se consuma mi ansia de venganza y se cierra el cielo de mi mísera existencia. Frankenstein ...
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Sea un hombre o sea más que un hombre. Sea firme con su propósito y firme como una piedra.
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Si no he de inspirar amor, inspirare temor.
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¡Maldito creador! ¿Porque me hiciste vivir?¿Porque no perdi en aquel momento la llama de la existencia que tan imprudentemente encendiste?
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Cuando miraba a mi alrededor, no veía ni oía que hubiera nadie como yo. ¿Era entonces un monstruo, un error de la Tierra, un ser del que todos los hombres huían y a quien todos los hombres rechazaban?
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De mi creación y de mi creador yo no sabía absolutamente nada; pero sabía que no tenía dinero, ni amigos, ni nada en propiedad. Además, se me había dado una figura espantosamente deforme y repulsiva; ni siquiera tenía la misma naturaleza que el hombre.
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Aprenda de mí, si no por mis consejos, al menos por mi ejemplo, cuán peligrosa es la adquisición de conocimientos y cuánto más feliz es el hombre que acepta su lugar en el mundo en vez de aspirar a ser más de lo que la naturaleza le permitirá jamás.
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La piadosa alma de Elizabeth brillaba como lámpara sagrada en nuestro hogar apacible. Su simpatía era nuestra; su sonrisa, su voz suave, la dulce mirada de sus ojos celestiales estaban siempre presentes para bendecirnos y alentarnos. Era el vivo espíritu del amor que atempera y atrae, yo podía haberme vuelto un ser taciturno por mis estudios, áspero por el ardor de mi naturaleza, pero ella estaba siempre a mi lado para aplacarme y hacerme adoptar una semblanza de su propia dulzura.
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Finalmente, el cansancio sucedió al tumulto que había soportado previamente, y me eché vestido en la cama, tratando de encontrar unos momentos de olvido. Pero fue en vano; dormí, efectivamente, y los sueños más dislocados vinieron a turbarme el descanso. Me pareció ver a Elizabeth, radiante de salud, paseando por las calles de Ingolstadt. Sorprendido y lleno de alegría, la abracé; pero al depositar el primer beso en sus labios, estos se volvieron lívidos y adquirieron la coloración de la muerte; sus facciones se transformaron, y me pareció que tenía en mis brazos el cadáver de mi madre; su cuerpo estaba envuelto en un sudario, y entre los pliegues del tejido vi pulular los gusanos.
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Es un cuerpo creado a partir de la unión de distintas partes de cadáveres diseccionados, escrito por Mary Shelley a partir del reto literario de Lord Byron.