Me vengaré de mis sufrimientos; si no puedo inspirar amor, desencadenaré el miedo
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Me vengaré de mis sufrimientos; si no puedo inspirar amor, desencadenaré el miedo
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Es una gran desventura, en efecto, carecer de amigos; pero los corazones de los hombres están llenos de amor fraterno y caridad, cuando se encuentran libres de prejuicios y no los mueve un egoísmo patente.
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¿Era,en efecto, el hombre tan poderoso, tan virtuoso y magnífico, pero tan bajo y vicioso a la vez? Unas veces parecía un puro brote de maldad, y otras un compendio de todo lo noble y lo divino.
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¡Creador insensible y despiadado...! Me otorgasteis sensaciones y pasiones, y luego me arrojasteis al mundo para desprecio y horror de la humanidad.
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Cuando miraba a mi alrededor, no veía ni oía que hubiera nadie como yo. ¿Era entonces un monstruo, un error de la Tierra, un ser del que todos los hombres huían y a quien todos los hombres rechazaban?
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De mi creación y de mi creador yo no sabía absolutamente nada; pero sabía que no tenía dinero, ni amigos, ni nada en propiedad. Además, se me había dado una figura espantosamente deforme y repulsiva; ni siquiera tenía la misma naturaleza que el hombre.
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Aprenda de mí, si no por mis consejos, al menos por mi ejemplo, cuán peligrosa es la adquisición de conocimientos y cuánto más feliz es el hombre que acepta su lugar en el mundo en vez de aspirar a ser más de lo que la naturaleza le permitirá jamás.
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La piadosa alma de Elizabeth brillaba como lámpara sagrada en nuestro hogar apacible. Su simpatía era nuestra; su sonrisa, su voz suave, la dulce mirada de sus ojos celestiales estaban siempre presentes para bendecirnos y alentarnos. Era el vivo espíritu del amor que atempera y atrae, yo podía haberme vuelto un ser taciturno por mis estudios, áspero por el ardor de mi naturaleza, pero ella estaba siempre a mi lado para aplacarme y hacerme adoptar una semblanza de su propia dulzura.
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Finalmente, el cansancio sucedió al tumulto que había soportado previamente, y me eché vestido en la cama, tratando de encontrar unos momentos de olvido. Pero fue en vano; dormí, efectivamente, y los sueños más dislocados vinieron a turbarme el descanso. Me pareció ver a Elizabeth, radiante de salud, paseando por las calles de Ingolstadt. Sorprendido y lleno de alegría, la abracé; pero al depositar el primer beso en sus labios, estos se volvieron lívidos y adquirieron la coloración de la muerte; sus facciones se transformaron, y me pareció que tenía en mis brazos el cadáver de mi madre; su cuerpo estaba envuelto en un sudario, y entre los pliegues del tejido vi pulular los gusanos.
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Una lúgubre noche de noviembre vi coronados mis esfuerzos. Con una ansiedad casi rayana en la agonía, reuní a mi alrededor los instrumentos capaces de infundir la chispa vital al ser inerte que yacía ante mí. Era ya la una de la madrugada; la lluvia golpeteaba triste contra los cristales, y la vela estaba a punto de consumirse, cuando, al parpadeo de la llama medio extinguida, vi abrirse los ojos amarillentos y apagados de la criatura; respiró con dificultad, y un movimiento convulsivo agitó sus miembros. |
Es un cuerpo creado a partir de la unión de distintas partes de cadáveres diseccionados, escrito por Mary Shelley a partir del reto literario de Lord Byron.