[...] el amor es el ejército más poderoso. Ya sea el amor a un amigo, a la patria, a Dios o incluso al enemigo, el amor nos revela la milagrosa naturaleza del género humano.
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[...] el amor es el ejército más poderoso. Ya sea el amor a un amigo, a la patria, a Dios o incluso al enemigo, el amor nos revela la milagrosa naturaleza del género humano.
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Prefirieron la esperanza al odio, y demostraron al mundo que hay luz hasta en la noche más oscura.
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Este testimonio se escribió para dejar constancia de todo lo que pasó, para hablar en un mundo donde nuestras voces han sido acalladas. [...] Mi mayor esperanza es que las páginas que aquí encuentre despierten, en lo más hondo de su corazón, su compasión por el género humano.
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Y entonces lo vi. Una diminuta franja dorada apareció entre los distintos tonos de gris del horizonte. Me quedé mirando la franja de luz dorada, sonriendo. Había vuelto el sol.
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No podía terminar así. No era posible. ¿Qué quería de mí la vida? ¿Qué podía contestar cuando no sabía la respuesta?
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El sonido de su llanto me hacía daño físicamente, ¿Qué me pasaba?
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Ya nunca volvería a ver su sonrisa, ya no volvería a sentir su abrazo. Ya añoraba su voz. Mi cuerpo estaba hueco, era como si los lentos latidos de mi corazón rebotaran y resonaran por mis miembros, vacíos y doloridos.
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- No piensa en nada más que en usted. Si quiere matarse, ¿qué se lo impide? -le pregunté. Se hizo el silencio entre nuestras miradas. - El miedo -contestó. |
El gris eterno del campo de trabajo se volvió aún más gris, aún más oscuro. En la noche polar, nuestro único sol se había ocultado detrás de una nube.
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Era lo único sobre lo que no tenía dudas, nunca: quería vivir. Quería ver crecer a mi hermano. Quería volver a ver mi patria. Quería ver a Joana. Quería volver a sentir el aroma de los lirios que la brisa traía hasta mi ventana. Quería pintar en los campos. Quería ver a Andrius con mis dibujos. En Siberia solo había dos escenarios posibles: el éxito significaba sobrevivir; el fracaso significaba morir. Yo quería la vida. Quería sobrevivir.
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Manolito ...