La esperanza, como el oxígeno, era lo que la impulsaba a continuar.
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La esperanza, como el oxígeno, era lo que la impulsaba a continuar.
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Sí, claro, estábamos a salvo. A salvo en el infierno.
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Mi profesor de arte nos había contado que si respirabas hondo y te imaginabas en algún lugar, podías estar allí. Podías verlo y sentirlo. Durante nuestras protestas silenciosas [...] aprendí a hacerlo. Me aferraba a mis herrumbrosos sueños durante esos momentos de silencio. A punta de pistola, me abandonaba a la esperanza, me permitía a mí misma confiar y ser optimista. [...] pensaban que nos estaban torturando, pero lo que hacíamos era concentrarnos en la quietud que se formaba dentro de nosotros mismos. Allí encontrábamos las fuerzas para continuar.
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A veces la torpeza esconde tanta belleza... Es una manera de intentar expresar amor y emoción, pero al final todo queda en simple torpeza. ¿Lo entiendes?
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A veces la amabilidad se demuestra de manera torpe. Pero, en su torpeza, es mucho más sincera que la de esos hombres distinguidos que salen en los libros que tú lees.
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Cada vez que estaba a punto de caer en el abismo de la desesperación, ocurría algo mínimamente bueno que me salvaba de la caída.
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No podía dormir. Me pregunté si afuera, en el cielo, habría luna y, si la habría, cómo sería. Papá me dijo una vez que los científicos pensaban que, desde la luna, la tierra se veía azul. Esa noche lo creí. Pensaba dibujarla azul, bañada en lágrimas.
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—Quizá, en realidad, usted no quiera morir —le dijo Jonas—. Quizá solo piense que merece morir.
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Se detuvo y se volvió para mirarme. —No. No tengas miedo. No les des nada, Lina, ni siquiera tu miedo. |
A veces la amabilidad se demuestra de manera torpe. Pero, en su torpeza, es mucho más sincera que la de esos hombres distinguidos que salen en los libros que tú lees.
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Manolito ...